Seix Barral cierra el curso editorial con la reveladora edición conmemorativa de El túnel en el 70 aniversario de su publicación, con el expediente completo de la censura franquista hasta ahora desconocido. Conocidas son las graciosas anécdotas de Marsé sobre censores obsesionados por los pechos y muslos de sus novelas. Pero la maquinaria de la censura franquista no fue tan mojigata e ignorante como se cree. Hubo funcionarios muy conscientes de lo que leían: «Nos encontramos ante el relato de las consecuencias de un amor ilícito. En el fondo, a la manera de los cultivadores del absurdo, un Camus, por ejemplo, hay una defensa apasionada de la fidelidad en el amor, pero se parte del equívoco...», reza un informe de mayo de 1965 que rechaza la obra. En diciembre del mismo año otro funcionario es aún más demoledor: «En cuanto a la forma, el relato empela una fraseología excesivamente cruda, y si prescindimos de la intención simbólica del autor, no nos queda más que una novela porno...