Mariana Enriquez construye un mundo propio desde hace poco más de veinte años. Con brujas, vampiros, cementerios y figuras sobrenaturales, puede narrar la noche juvenil, el Conurbano, el barrio de Constitución e incluso incorporar una nueva geografía como en sus últimos cuentos. Pero Enriquez no es una autora del fantástico o del terror a secas, se nutre de esos géneros, suma elementos de otros y compone un mosaico que da como resultado una obra sólida y con una postura clara: la autora de Bajar es lo peor escribe desde el lugar del oprimido, mira desde donde miran los que perdieron todo, se para junto a los que el sistema empujó fuera de sus márgenes. Y lo hace con un trabajo preciso sobre los cuerpos, que en este libro se advierte cuento a cuento; desde el primero, "El chico sucio", al último, "Las cosas que perdimos en el fuego", que le da título al libro que Anagrama distribuye por estos días y que presentó ayer en la Feria del Libro, con la presencia del legen...