Por Esteban Moscardi El origen de la filosofía es dialógico: desde la orquesta razonada de voces que encontramos en El banquete, de Platón, pasando por los escépticos Diálogos de muertos, de Luciano de Samósata, hasta las declaraciones públicas que dieron Habermas y Derrida después de los atentados a las Torres Gemelas, reunidas en el volumen La filosofía en una época de terror, los intercambios contrapuntísticos, verbales pero también epistolares, parecen el relámpago que aporta el shock de vida a la columna neurálgica del animal filosófico. Bajtin sostuvo de manera insistente que eso que llamamos «monólogo», en verdad, jamás existió, es matemáticamente imposible: todo enunciado es contestatario. Por otro lado, y sobre todo en la tradición franco-alemana, la filosofía se ganó la fama de discurso espinoso, por su jerga achinada, repleta de barroquismos y oraciones prodigiosas en enrosques y ensimismamientos. Ahora bien: una cosa parece excluir a la otra. La razón es senci...