Por Mauro Fernández Los pocos especialistas en indoeuropeo que todavía existen coinciden en que durante mucho tiempo había en esa lengua solamente dos géneros, que se basaban en la movilidad autónoma de las entidades designadas. Las palabras que designaban entidades animadas se diferenciaban de las inanimadas por su terminación; y con ellas, en un sistema de referencias cruzadas, se alineaban los adjetivos, artículos y demás determinantes. Esto quiere decir que “el niño tonto se comió la manzana podrida” se decía igual que “la niña tonta se comió la manzana podrida”, lo que importaba era diferenciar lo animado (los niños) de lo inanimado (la manzana). En algún momento, reciente (hace tan solo unos pocos miles de años), este sistema binario se transformó en un sistema ternario, en el que el sexo de las entidades animadas empezó a diferenciarse, resultando finalmente en masculino, femenino y neutro. Cómo y por qué ocurrió esto es un asunto en el que no hay unanimidad: unos c...