La obra de Clarice Lispector* es una constante reflexión sobre el lenguaje y sobre todo, sobre los límites de la palabra. Su palabra es rigurosa porque debe traducir con un medio limitado algo que es mucho más grande que el lenguaje. Debe traducir el misterio y lo que carece de nombre, debe expresar con términos racionales lo que la mirada percibió más allá, debe ser capaz de fijar el instante y el acto ínfimo que está en el origen de todo. Tenemos ya aquí algunos de los motivos recurrentes de su obra: la mirada, a la vez visionaria e implacable, la consagración del instante y la importancia de lo aparentemente banal. La propia Clarice expresó claramente este límite de la palabra y lo que tras él se encuentra: "La palabra tiene su terrible limite. Más allá de ese límite está el caos orgánico. Después del final de la palabra empieza el gran alarido eterno." Ese gran alarido eterno es el que asoma entre sus páginas capturado por un lenguaje que ella quiso .. ."e...