Esta letra nació de la necesidad de representar un nuevo sonido, inexistente en latín. A principios del siglo XII, los escribanos españoles empezaron a utilizar la tilde o acento gráfico para simplificar las letras dobladas. Determinados grupos consonánticos latinos como gn, nn o ni evolucionaron en las lenguas romances hacia un sonido nasal palatal. En cada una de estas lenguas se fue fijando una grafía distinta para representar este sonido: gn en italiano y francés, ny en catalán, nh en portugués. El castellano medieval escogió el dígrafo nn , que se solía representar abreviadamente mediante una sola n con una rayita más o menos ondulada encima; así surgió la ñ , adoptada también por el gallego. De este modo, cambió la nn en ñ y la aa en ã . Esta nueva grafía se utilizó no sólo para la n , sino también con otras letras. La gran aceptación por este uso de la tilde en lugar de la duplicación de una misma letra, aumentó considerablemente con el tiempo y ya en el siglo XIV,