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Algo más sobre Historias de cronopios y de famas



Columna literaria de Adriana Greco en Programa radial Paranormales


UN CRONOPIO PEQUEÑITO


Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de la calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.


Historias de cronopios y de famas (1962) es un peculiar e inclasificable libro que, estructurado en cuatro partes (Manual de instrucciones, Ocupaciones raras, Material plástico e Historias de cronopios y de famas), ofrece en palabras de Alberto Cousté una suerte de ética, disfrazada por el humor y protegida de la solemnidad por la ternura . En esta obra, Cortázar alterna el relato breve, la viñeta y el ensayo lírico.

Cortázar utiliza por primera vez el término "cronopio" en 1952, en una crónica a un concierto de Louis Amstrong (posteriormente incluida en La vuelta al día en ochenta mundos) que titula "Louis, enormísimo cronopio". Es en ese mismo año cuando la presencia de los "cronopios" se le imponen casi sin buscarlo:

En 1952, yo estaba en París y fui a un concierto  en "Les Champs Elisées" de homenaje a Igor Stravinsky. Me sentía muy conmovido viendo a Stravinsky  dirigiendo la orquesta y a Jean Cocteau recitando una de las obras.

En el entreacto, todo el mundo salió a tomar café. Yo no tuve ganas de salir y me quedé completamente solo en ese inmenso teatro y, de golpe, tuve la sensación de que había en el aire personajes indefinibles, una especie de globos que yo veía de color verde, muy cómicos, muy divertidos y muy amigos, que andaban por ahí circulando. Inmediatamente supe que su nombre era "cronopios".

Cortázar adolescente en Chivilcoy
Historias de cronopios y de famas ofrecen una suerte de taxonomía humorística y sui géneris del género humano. Cortázar la explica así:

Empecé a escribir sin saber cómo eran. Luego tomaron un aspecto relativamente humano, con esas conductas especiales de los cronopios, que son un poco la conducta del poeta, del asocial, del hombre que vive un poco al margen de las cosas.

Frente a ellos están los famas: grandes gerentes de los bancos, presidentes de las repúblicas, la gente formal que defiende el orden.

Las esperanzas son personajes intermedios, que están un poco a mitad del camino, sometidas, según las circunstancias, a las influencias de los famas o de los cronopios.

Todas las aventuras que les suceden dependen de la psicología de cada uno de ellos.

Las Historias de cronopios y de famas son una sucesión de situaciones descabelladas,  instántaneas de humor surrealista que socavan el racionalismo trivial y mecanizado. Según Jaime Alazraky, situaciones límite que ilustran el principio patafísico de Alfred Jarry, según el cual

En Historias de cronopios y de famas, Cortázar expresa su rebeldía contra los objetos y personas que constituyen nuestra vida cotidiana y nuestra mecánica manera de relacionarnos con ella.

Julio Cortázar nos invita permanentemente al juego, a la constante reinvención de una realidad nunca estática, a buscar los significados de las cosas que para nosotros tengan sentido.


¿Qué es un cronopio entonces?  Es la primera pregunta que nos hacemos cuando nos dicen que las historias a leer son de cronopios y de famas. La mejor manera de entender qué es un cronopio, un fama o una esperanza, es leyendo sus historias. No se necesita de una especial perspicacia para ir formando en nuestra mente el perfil de cada uno de ellos. Y no nos cuesta, porque de alguna manera existen en la realidad - aunque no en su género puro sino híbridos de ellos -  cronopios, famas y esperanzas.


Pero si todavía nos quedan dudas, Cortázar dijo que “ser cronopio es contrapelo, contraluz, contranovela, contradanza, contratodo, contrabajo, contrafagote, contra y recontra cada día contra cada cosa que los demás aceptan y que tiene fuerza de ley”.


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