El hijo de la segunda escritora brasileña más estudiada da las claves de la obra de su madre. Empieza a publicarse la Biblioteca Lispector compuesta por 19 títulos.
Clarice Lispector (Chechelnik, 1920–Río de Janerio, 1977) no sabía freír un huevo ni se manejaba con soltura en los quehaceres domésticos, pero publicó a lo largo de la década de los sesenta la columna de consejos femeninos Sólo para Mujeres en la que aleccionaba sobre recetas, belleza, moda y comportamiento. “La recuerdo con una máquina de escribir en su regazo, tecleando absorta en medio del salón principal de la casa entre los ruidos de los niños, el teléfono o la empleada. Por tanto, no tenía nada de escritora maldita que necesitaba aislarse del mundo para encontrar la inspiración”, revela su hijo, Paulo Gurgel, hoy curador de todo cuanto se publica en el mundo de la célebre escritora brasileña (aunque nació en Ucrania, vivió en Brasil desde los dos años y ella misma se declaraba brasileña). La nueva Biblioteca Lispector está compuesta por 19 títulos en rústica y traducidos al español que la editorial Siruela pone en las librerías este mes. La colección abarca ampliamente la obra del segundo autor más estudiado de Brasil (8.000 tesis en Brasil y 3.000 en otros países), después de Machado de Assis, con especial énfasis en las novelas, los cuentos y las columnas de prensa.
“España esta jugando un papel muy importante con la publicación de la obra casi completa de Clarice. Estoy muy contento porque en la colección han incluido un volumen con 160 cartas de mi madre a su hermana, que hemos titulado Queridas. Es un asunto delicado, ya que son cartas que nunca deberían haber visto la luz, pero hemos decidido publicarlas porque en ellas se aprecia la poesía y las sutilezas de su obra. Además, este libro ha ganado en España un premio de traducción”, explica Paulo en su despacho de Río de Janeiro, ante una imponente vista de la laguna Rodrigo de Freitas y el Cristo Redentor.
Durante los mismos años de las columnas femeninas, que Lispector firmaba bajo un seudónimo con el único objetivo de ganarse la vida, la autora caería en una inexorable espiral de introspección obsesiva que acabó germinando en su obra más laureada, La Pasión según G.H., un libro “hermético y duro de leer”, en palabras de su hijo (“para personas con el alma bien formada”, en palabras de la propia Lispector). La obra narra la experiencia epifánica de una mujer que deglute una cucaracha. Pese a la complejidad del volumen, comparado con La Metamorfosis de Kafka, la crítica lo alzó hace años al Olimpo de los cien libros fundamentales de Siglo XX. En la nueva colección de Siruela la portada de La pasión según G.H. incluye una imagen de un nenúfar capturada por la cámara de Paulo.
De la misma manera que Jorge Amado situaba la trama de sus libros en el Estado de Bahía, o Rubem Fonseca tiene una especial predilección por el lumpen de Río de Janeiro como escenario de las correrías de Mandrake, Lispector siempre se inclinó por escudriñar en lo más indescifrable del ser humano: el alma. Esto hizo que su literatura nunca fuese encasillada en las corrientes brasileñas de la época, sino que trascendió a un lenguaje mucho más universal. “La hora de la Estrella se desarrolla en la periferia de Río de Janeiro, pero todos sus otros libros podrían situarse en cualquier capital europea. Por ejemplo, La Pasión según G.H. podría desarrollarse perfectamente en Madrid o París”, explica Paulo.
“La gran novedad de esta colección es que, aparte de ser muy completa, se está lanzando en rústica para que sea más accesible al lector. Clarice tenía una gran preocupación con que todo el mundo tuviese acceso a los libros y a la cultura en general. Además, el diseño de las cubiertas incluye fotos mías de diferentes aspectos de la naturaleza brasileña, como flores o pájaros, la mayoría fotografiados en el Jardín Botánico de Río, el escenario de Amor, el cuento más exitoso de Clarice”, avanza.
Lispector, que murió a los 56 años de cáncer de ovario, siempre fue una mujer de rompe y rasga. De físico imponente y belleza caucásica, hablaba varios idiomas y durante años estuvo casada con el diplomático brasileño Maury Gurgel Valente, con quien vivió 16 años en Italia, Suiza, Estados Unidos e Inglaterra. No obstante, Río de Janeiro fue la ciudad que caló más hondo en su personalidad. Allí disfrutó de su querida playa de Leme y de los encuentros con los amigos de la época, como Ferreira Gullar o Rubem Braga.
Fuente: El País.
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