Ciencia ficción
¿La literatura puede entrar en el territorio de la ciencia ficción? Género bastardo por antonomasia, no solo nunca alcanzó para un Nobel (ni siquiera un premio de la Academia), sino que también desapareció en los oscuros pantanos del olvido literario. No vamos a demorar nuestra propuesta: creemos que en vez de perder vigencia al materializarse los progresos técnicos que tanto pregonaban, algunos autores escribieron un futuro en una clave extraña a la que nosotros utilizamos para leer nuestro presente. Sus mejores exponentes nos ofrecen una visión de paralaje, modos distintos de pensar una existencia que parece aplastarse ante la evidencia del progreso inexorable de interminables maravillas técnicas.
En un momento en que la ciencia y la técnica envuelven los cuerpos, la vida y las mentes de manera más completa, ya hubo quienes pensaron estas realidades antes de que sucedieran. La ciencia ficción habla necesariamente del Hombre (y esto en mayúsculas, para reponer el debate sobre el llamado 'fin del humanismo'), porque le habla al hombre. Encontremos en ella la fuente de un nuevo humanismo, la clave para comprender modos de vida que alguna vez fueron extraños y que hoy plantean cuestiones de creciente urgencia. Como reza el exordio de Heidegger: "en el peligro está la salvación". Que la ciencia ficción se convierta en las primeras cartas de un territorio negligentemente inexplorado: aquello que se asoma, como pretenden algunos, más allá de la Historia y más allá del Hombre.
La tríada que proponemos hoy claramente no es la única posible. Los tres han sido grandes visionarios y excelentes escritores. Haremos una breve introducción a cada uno y recomendaremos una obra de cada uno:
Ray Bradbury (1920-2012)
Autodidacta, no buscó formación universitaria. Lector de 'fantaciencia', Buck Rogers y Flash Gordon fueron grandes influencias. Comenzó su carrera publicando en revistas en 1938. Siempre negó ser un autor de Ciencia Ficción (solo Fahrenheit 451 pertenecería, según él, al género), y es claramente el menos "duro" de los tres. Sin embargo, la crítica no pudo más que considerar Las Crónicas Marcianas como una obra seminal del género. Autor de un gran número de cuentos y varias novelas es reconocido como un escritor clásico (tout court).
Recomendaremos una obra clave de las tres que cimentaron su reputación dentro del género: El Hombre Ilustrado (las otras son Fahrenheit 451 y Las Crónicas Marcianas). Se trata de una serie de 18 relatos unidos por una metanarración: un vagabundo tatuado por una viajera del futuro cuyas marcas se animan para ilustrar cada uno de los cuentos: astronautas condenados a muerte por un desperfecto técnico (Caleidoscopio), distopías religiosas que ponen en cuestión nuestra concepción de la fe (El hombre, Los globos de fuego), entre otros. Bradbury profundiza en la densidad psicológica y social de un futuro no ideal, quizás también sea el más humanista de los tres.
Isaac Asimov (1919-1972)
Su familia dejó Rusia para instalarse en los Estados Unidos cuando tenía tres años. De formación universitaria en ciencias, obtuvo un doctorado en bioquímica a los 29. Se desempeñó como docente universitario hasta 1958, año de publicación de Nightfall, su pieza de consagración, cuando se dedicó por completo a la escritura. Para entonces ya llevaba 19 años publicando novelas y cuentos. Famoso por su enorme y valiosa producción, también editó libros de divulgación técnico-científica e histórica. Se lo asocia con Clarke y Heinlein, escritores de "ciencia ficción dura" (rigurosamente centrada en los elementos técnico-científicos).
De él recomendamos, especialmente, el segundo volúmen de sus Cuentos Completos que, a nuestro entender, reúne varios de los mejores relatos; y es una ideal puerta de entrada a su universo narrativo. Maestro del relato breve y de la intriga, sus resoluciones llegan con gracia y oportunidad, sorprendiéndonos cada vez. Su economía textual no ahorra en detalles significativos y nos deja siempre la sensación de haber leído una genial 'novela compacta'.
Stanislaw Lem (1921-2006)
Nació en Polonia y atravesó los avatares políticos de la región. Sufrió las restricciones de la censura soviética y un exilio autoimpuesto. Excluído del politécnico debido a su origen burgués, las conexiones de su padre le permitieron ingresar en medicina, carrera que no terminó aunque siguió ligado a la academia como investigador. Despreció lo primero de su producción, ajustada a las exigencias de la 'estética de la revolución'. Su producción se intensifica a partir de la "Primavera Polaca" del 56. Polifacético y riguroso, su producción adquirió matices literarios y filosóficos sin precedentes para un autor asociado al género. Produjo varios cuentos, sátiras, novelas y ensayos literarios apócrifos (que le ganaron el mote de "Borges de la ciencia ficción"). El más riguroso y generalista de los tres, produjo una obra que adelanta tecnologías que nos resultan cada día más próximas. Sus anticipaciones y reflexiones sobre la técnica son leídas aún hoy en los think-tanks y centros de desarrollo.
De Lem recomendamos Solaris, su magnum opus. Prácticamente inconseguible durante muchos años, fue reeditada en España hace poco. El autor, mejor que ningún otro, nos permite pensar más allá de los límites de las formas de vida conocidas. Podemos decir que Solaris fue el primer extraterrestre en la literatura. De escala planetaria, este ser misterioso habita las páginas de una novela que es un precioso ejercicio de imaginación. Una obra colosal, inagotable, en apenas 300 páginas. Una vez que entremos en ella, difícilmente la olvidaremos.
Fuente: Gabriel Falcone
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