Una arruga en el tiempo, de Madeleine L’Engle (1918-2007), se publicó por primera vez en 1962. Ahora, la editorial Océano Gran Travesía ha reeditado este clásico con un fragmento inédito.
El comienzo de la obra es muy potente: Meg, una niña con problemas para adaptarse al colegio porque es incapaz de ver más allá de sus defectos, se despierta, inquieta, en plena noche, por lo que decide bajar a la cocina a tomar algo. Allí se encuentra con su hermano pequeño, Charles Wallas, un niño prodigio que piensa y razona como un adulto con tan solo cuatro años. La madre se une a la improvisada reunión poco antes de que una mujer de aspecto extravagante llame a la puerta de la casa.
A partir de ahí se desarrolla una extraña aventura cuyo principal objetivo será traer de vuelta al padre desaparecido de Meg y Charles. La obra mezcla, de manera excepcional, fantasía, ciencia ficción y un poco de filosofía. La combinación de los tres géneros hace que la historia sea única.
Sorprende la tremenda madurez de los protagonistas, especialmente de Charles y Calvin. Este último es uno de los chicos más populares del colegio que termina uniéndose al viaje. Meg es la que actúa más acorde con su edad, ya que tiene rabietas, solo desea llegar hasta su padre, llora cuando las cosas no salen bien y piensa que todo será pan comido.
La autora utiliza unos personajes inadaptados para alentar a los jóvenes a que dejen atrás sus complejos porque las rarezas forman parte de la identidad de cada uno. También los anima a luchar, a ir más allá de los límites y a no dejarse llevar por el miedo.
Madeleine L’Engle se ha convertido, dentro del el panorama literario norteamericano, en una de las escritoras juveniles más célebres. En cambio, en nuestro país es una auténtica desconocida. Es posible que se deba a que en el momento en el que esta historia salió a la luz en España apenas se publicaba literatura fantástica.
El libro fue rechazado en trece ocasiones hasta que la editorial Farrar, Straus and Giroux apostó por la obra. A pesar de ello, su editor comentó que era un libro demasiado complicado para los niños. Sin embargo, L’Engle no lo veía así ya que para ella los jóvenes tienen la mente mucho más abierta que los adultos y, por tanto, no había que simplificar las cosas.
La escritora no tiene miedo de hablar de temas tan complicados como la ciencia. De forma amena y directa, explica términos como la cuarta dimensión o el teseracto. La edición de Océano incluye unos pequeños dibujos que ayudan a entender estos términos.
También el matiz religioso de la obra provocó diversas reacciones: los críticos opinaban que era demasiado religiosa, mientras que algunos creyentes la acusaban de dar una imagen falsa de Dios. Una arruga en el tiempo fue perseguido y censurado, en parte, por el papel que tiene la política en la obra. L’Engle mezcla ingenuas ideas propias de jóvenes con temas mucho más profundos. Detrás de esta historia se esconde una mordaz crítica a los sistemas políticos y no solo a los dictatoriales, sino también a los democráticos.
El final de la novela resulta un poco precipitado y muy simple. En apenas unos párrafos resuelven el problema sin demasiadas complicaciones y, aunque pueda parecer un libro único, esta obra forma parte de una saga. ¿Se animará Océano Gran Travesía a traer el resto de las historias?
Pase lo que pase tendremos ‘arrugas en el tiempo’ para rato porque Disney ha apostado por esta historia. La directora Ava Duvemay (Selma) será la encargada de llevarla a la gran pantalla. Actores como Oprha Winfrey, Chris Pine o Reese Witherspoon forman parte del elenco de este proyecto que se estrenará en el 2018.
En definitiva, se trata de un libro que hay que leer porque está a otro nivel. Juega con una historia a simple vista sencilla para hablar de ciencia, política y religión.
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