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El 23 de abril contiene tres celebraciones vinculadas a la cultura, el autor y el libro. Su origen no se remonta tanto en el tiempo: recién a comienzos del siglo pasado se lo reconoció en algunos países, y varias décadas después fue asumido en todo el mundo. 


Mucho tuvieron que ver los autores de lengua castellana e inglesa para que en 1926 surgiera en Cataluña, por el impulso del escritor Vicente Clavel Andrés, la idea de institucionalizar el Día del Libro.

El catalán le propuso su proyecto a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona y luego fue aprobada por el rey Alfonso XIII. Pero la propuesta tardó en concretarse a nivel internacional.

Se eligió el 23 de abril por la muerte, en 1616, de Miguel de Cervantes Saavedra; el dramaturgo y poeta inglés William Shakespeare; y el escritor español Inca Garcilaso de la Vega. En realidad, Cervantes murió el 22 (lo enterraron el 23) y Shakespeare, el 3 de mayo. La confusión se da porque el calendario que usaba Inglaterra era otro y, en ese, era 23 de abril. 

Y ese año se aprobó proclamar el 23 de abril de cada año el "Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor". En el sitio de la UNESCO señalan que valorizando este día se busca apoyar "la creatividad, la diversidad y la igualdad de acceso al conocimiento (...), la promoción de la alfabetización, el aprendizaje móvil y el libre acceso a los contenidos científicos y los recursos educativos"


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