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El invierno de Le Guin

Columna literaria de Adriana Greco en Programa radial Paranormales


Ursula K. Le Guin es una de las autoras modernas que ha trabajado en más tipo de literatura, narrativa, poesía, ensayo. Y dentro de la narrativa dos de los aspectos que más ha trabajado son la ciencia-ficción y la fantasía. Licenciada en antropología, Le Guin ha trasladado su interés por la sociedad humana, su evolución y origen, a la mayor parte de su producción literaria. A menudo le han preguntado cómo puede trabajar aspectos tan opuestos de la literatura:

"La fantasía es más antigua -dice Le Guin- nace del mito y la magia, que la literatura antigua y medieval por todo el mundo ya ha trabajado, es una literatura que vulnera la razón. En cambio la Ciencia-Ficción es la más nueva tipología de literatura, crea ficción sin nunca vulnerar la razón. Pueden aparecer sociedades ajenas, extrañas y desconocidas, pero con una explicación científica para su existencia, la exobiologia explicará su procedencia. A pesar de las apariencias la ciencia-ficción parte del realismo. En cambio la fantasía está llena de seres que no necesitan ninguna explicación, porque son de constitución mágica, fuera de la razón: dragones, duendes, etc. Y a pesar de eso ambas tipologías de literatura tienen un nexo en común y es que reflexionan sobre nuestra sociedad a partir del efecto espejo en sociedades diferentes y alternativas."


Hoy día se piensa que la literatura fantástica es cosa de niños, o de frikis, pero uno olvida que buena parte de la literatura fantástica es de hecho una recreación moderna de los últimos tres siglos de la literatura medieval trovadoresca. De hecho el racionalismo francés del XVIII y principios del XIX rompieron directamente con el mundo mítico y fantástico de la literatura medieval, del Cantar de Rolando, de Tristan y Isolda, o de la búsqueda artúrica, para huir de todo aquello que no tenía una explicación racional. Serán pues los autores románticos los cuales, dando la espalda al racionalismo, volverán a recuperar el misticismo y la mitología como fuente de inspiración, y de aquí nacen las raíces de la literatura fantástica: Levis Carroll con Alícia, detrás del espejo, Lovercraft con el Necromicon, Tolkien con el Silmarillion. Serán claros representantes del nacimiento de este tipo de literatura, convirtiéndose en clásicos de la literatura moderna. Hay pocas mujeres que hayan trabajado esta literatura pero Ursula Le Guin y Ana Maria Matute son los mayores exponentes de la literatura fantástica de nuestros tiempos y que aunque ambas escriben bajo la sombra de Tolkien a partir de los años 60, la gran virtud de la literatura fantástica de ambas es que no se parece en nada a dicho autor. 

A menudo se oye hablar de que Tolkien creó escuela con la literatura fantástica y muchos autores posteriores son herederos de la fantasía tolkiana, llena de magos, elfos y trolls. Sin embargo no tenemos que olvidar que hay otros tipos de sociedades fantásticas que no tienen su origen en la prosa de Tolkien. Michael Moorcock por ejemplo mezcla en su sociedad, mito y tecnología, planos diferentes y sociedades diferentes y salta de un mundo al otro creando el multiuniverso. Matute crea su universo de una península ibérica de riendas medievales y de sus mitos y leyendas, muy propios de nuestra casa, pero consigue congregar un mundo fantástico con raíces propias, muy diverso y rico; y Ursula Le Guin crea también un mundo muy característico, y con muchas diferencias a los universos de muchos otros escritores de fantasía.

Una de las características más importantes de este tipo de novela es que hace falta la creación de todo un mundo nuevo, con toda su cosmología, cultura, sociedad, lengua, historia, mitología. Para ello hace falta una documentación profunda y es una estructura compleja que implica mucho seguimiento a la hora de crear el argumento, pues hay centenares de hilos que se tienen que definir y que en una novela no fantástica no es necesario. Ursula le Guin llega al virtuosismo que muchos atribuyen a Tolkien, creando incluso una geografía propia, una lengua propia, el Hardic, para su mundo fantástico y un sistema religioso complejo.
Pero Le Guin no nos habla de grandes reinos, castillos y ciudades doradas y grandes caballeros. Nos habla de herreros, cabreros o marineros, de pequeños comerciantes y curanderos. Nos habla de pueblos, de artesanos como los sederos del Confín Sur, o los pequeños pueblos cabreros de la Isla de Gont, o de pequeñas ciudades portuarias, y villas de pescadores, donde llegan de vez en cuando comerciantes. La clase noble, los ricos comerciantes, los príncipes, casi no tienen cabida en su narración y sólo cuando un príncipe aprende de la nada, de aquéllos que no son iguales que él, entonces puede llegar a ser un verdadero magnatario.

En este aspecto es muy importante la documentación de formas tradicionales de artesanía, del trabajo, de la agricultura, la pesca, la náutica, la herrería, etc que hay que documentar para poder mostrar en las descripciones una sociedad. Eso también implica el uso en la narrativa de formas tradicionales de contadores de cuentos, de fórmulas repetitivas de narración y de lenguaje arcaico. Ursula Le Guin nos muestra una maestría espectacular en la creación de todo este mundo significativamente bien documentado, lo cual lo hace muy realista, con un lenguaje muy esmerado. Hay que decir que la traducción al catalán de Madeleine Cases ha sabido encontrar el punto justo en busca de las palabras en catalán que transmitan esta maestría, aunque la traducción de 1986, se permite todavía muchas licencias que el catalán normativo actual no permite.

Tenemos que decir que la formación cultural y social en su entorno familiar llevará a la autora a ser especialista en diversos ámbitos, lo cual hará que sus obras estén magníficamente documentadas: un padre antropólogo una madre escritora de literatura infantil la hace crecer entre mitos, leyendas y sociedades alternativas y diferentes a la nuestra. Una formación taoísta que conformará una visión más amplia del mundo, que por ejemplo la de Tolkien que navega entre el catolicismo y el puritano protestantismo. Le Guin es doctora en lenguas romances y precisamente su especialidad será la literatura romance europea. Todo este bagaje se refleja en su creación de mundos, trabajados desde la sociología y la antropología, pues Le Guin usa la extrapolación de culturas alternativas para reflexionar sobre nuestra cultura, la historia, pero también y sobre todo del estudio de la lengua, las lenguas romances que serán un eje importantísimo en toda su literatura, no sólo a nivel estructural y lingüístico sino a nivel argumental pues la lengua será la piedra clave entorno en la cual giran y conforman las sociedades leguinianas.

Quizá, ésta se trata de la novela más compleja y extraña de las tres presentadas en el volumen, pues más que una crítica es la posibilidad de una Utopía tan diferente a las demás, como imposible de realizar. Esto es, no hablamos de una Utopía como algo que la conjunción de unas mentes idealistas podrían llevar a cabo, si no como un algo tan alejado de la realidad que supera los propios límites de la irrealidad. Es más, hablo de la imposibilidad de llevar a cabo la Utopía dentro del género sobre el cual se sustenta el libro, la ciencia ficción. Así pues, en La mano izquierda de la oscuridad tenemos ante nosotros unas páginas, que suponiendo nosotros mismos la verdadera identidad sexual del ser, dan una vuelta de tuerca completa para transformar esa identidad tan clara y específica (masculino y femenino) en algo neutral, que no sea ninguna de las dos y a la vez sea las dos. En efecto, Ursula K. Le Guin nos presenta a los seres humanos como criaturas hermafroditas, sin sexo definido, que, dentro del marco de la novela, pueden ser tanto seres masculinos como femeninos, siguiendo las pautas del kémmer, término importante que define de forma clara las posibles fases en las que el individuo del planeta Gueden puede adoptar las características masculinas o femeninas según su elección y las circunstancias que le rodean. Planteemos y analicemos esto dentro de libro:


La mano izquierda de la oscuridad


    La acción se desarrolla en Gueden (llamado Invierno por los habitantes de Terra), un inhóspito planeta que se halla sumido en una época glacial. El protagonista es Genry Ai (en realidad Genly Ai, aunque como veremos en el libro los guedenianos no pronuncia la letra “r” en la lengua de Terra), un agente especial, que bajo el nombre del Ekumen viaja a dicho planeta para hablar con su máxima autoridad y que así Gueden se una a la federación galáctica que representa. 
    En La mano izquierda de la oscuridad, el principal papel de Genry Ai es el de conductor y vía entre los lectores y lo que nos plantea la autora, es decir, esa sociedad utópica hermafrodita donde el sexo masculino y el sexo femenino dejan de existir como concepto tangible, y se convierten en algo subjetivo y temporal. ¿Por qué decimos temporal? La explicación de éste fenómeno se remonta a muchos años atrás, pues los habitantes de Gueden son el fruto de unos experimentos genéticos por los cuales como resultado se originaría un ser que sin ser masculino o femenino podría adoptar las características fisiológicas de ambos, quizá como forma de maximizar y asegurar la reproducción en un planeta tan hostil. Así pues, según este fenómeno, los habitantes de Gueden siguen un ciclo mensual, por el cual tres semanas son criaturas neutras, y la semana siguiente pueden adoptar órganos masculinos o femeninos, según las necesidades, el kémmer.
    Algo así plantea un interrogante, que quizá sea el punto definitivo de una obra como esta, ¿qué comportamiento sería el dominante en un ser de estas características, masculino o femenino? Sinceramente, eso es algo muy difícil de responder, aunque Ursula K. Le Guin lo plantea, realmente, desde un punto de vista feminista, el cual es dominante en el planeta de Gueden. De todos modos, ninguno puede alzarse por encima del otro, lo que hace que las necesidades supeditadas al género de la personas se alcen por encima de éste, lo cual se nos refleja en esta novela, ya que los principales intereses de una sociedad totalmente neutral, serían el asentamiento de sus individuos dentro de los diferentes estratos de la sociedad que la conforman. 

    Estamos, pues, ante otra Utopía, aunque totalmente diferente a las planteadas hasta ahora, puesto que ésta no afecta a la sociedad como conjunto de individuos pertenecientes a ella, si no a la propia identidad sexual del individuo. Aún así, no deja de ser una ensoñación, que aunque crítica, traspasa los límites de la irrealidad. 
    Otra de las características que querría remarcar de La mano izquierda de la oscuridad, a pesar de ser un elemento secundario en favor de las ideas más importantes presentadas en el libro, es la magnífica ambientación que construye Le Guin con Gueden o Invierno, la cual facilita de alguna manera la transmisión de esas ideas debido a las características tan peculiares de dicho planeta, además de servir de instrumento para que el lector viva de primera mano ese agobio y ese sentimiento de no pertenecer a Gueden, el estar fuera de lugar, que podremos observar en el protagonista, Genry Ai. 


Fuente: Alicia Gili, Los espejos de la rueda.

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