La correspondencia del autor con una compañera de estudios de la juventud revela aspectos de su personalidad y una relación ambigua con la fama: deseaba ser un escritor reconocido, se consideraba muy bueno pero lo atormentaba la celebridad.
En una carta a una amiga de la universidad, un joven J.D. Salinger dejó escrito su deseo de ser famoso. Aunque en otras cartas a la misma mujer y su hijo durante las siguientes cuatro décadas, el autor estadounidense se encargó de describir cuanto odiaba ser una celebridad.
En la correspondencia con Ruthie Smith Maier, una mujer que conoció mientras que era alumno en Ursinus College en Pennsylvania, en 1938, ambos comparten anécdotas sobre ser padres, trabajar como escritores y sobre chusmerío general sobre la cultura popular. Según los expertos, las cartas humanizan al autor recluso, lo muestran en momentos bisagra de su vida.
La primera carta es de enero de 1941 y allí un confiado Salinger de 22 años le escribe a Ruthie que su intención es ser un gran autor. “Oh, que soy bueno,” dice en la carta tipeada de interlineado simple, según consigna el periodista Jon Herskovitz de la agencia Reuters. “Llevará su tiempo convencer al público, pero así será”. Recuerda también la época y a las personas de Ursinus, dando pistas sobre los temas de su trabajo venidero. “Por cada cien falsos (phonies) hay un bueno y esa es mejor proporción de lo que encuentro acá en mi salvaje ciudad natal de Nueva York”, dice.
La siguiente carta está fechada 17 años después, en 1958. En los años intermedios, los cuentos de Salinger habían sido editados en la revista The New Yorker, había sido soldado en los más feroces combates de la Segunda Guerra Mundial, luchando en el teatro europeo, había publicado su novela más famosa El guardián en el centeno y el libro Nueve cuentos.
Alarmado por su repentina fama, Salinger también había huido de Nueva York en 1953, defendiendo ferozmente su privacidad en el pequeño pueblo de Cornish, al noroeste de New Hampsire (un estado del noreste estadounindense, que comparte una pequeña parte de su frontera con Canadá). En la carta, Salinger habla cariñosamente sobre su pequeña hija, Margaret, sus cálidos recuerdos de Ursinus y su desdén por las consecuencias de la fama. "Estos días, casi cualquier noticia que me llega sobre mi ficción me irrita, me deja helado o simplemente no me llega", dice.
Kenneth Slawenski, el autor de la aclamada biografía J.D. Salinger: una vida, dijo que la correspondencia a través de muchos años era algo conún para el autor –como, por ejemplo, la que mantuvo con su compañero de cuarto de la academia militar, Valley Forge–, pero que eran pocos los académicos que conocían las cartas entre él y Maier. "Que yo sepa, Salinger nunca maldijo la fama en sí misma (es, después de todo, fundamental para vender libros) sino que en sus cartas frecuentemente se lamentaba sobre las consecuencias de la fama", dijo Slawenski.
Ya en 1969, Salinger estaba en la imaginación estadounidense como uno de los reclusos más famosos del país. El le escribe a Ruthie del enorme placer al ver el crecimiendo de sus hijos y dejar atrás su celebridad. "En mis peores momentos, hace años, todas las cartas que me enviaban eran, en parte o completamente, escritas con el estilo de Holden Caulfield [el protagonista de El guardian en el centeno]. Era como estar en el infierno.”
Unos nueve años más tarde le escribió a Ruth para contarle sobre cuánto se divirtió visitando su hijo Matthew, que estaba estudiando en Francia, y cómo ambos visitaban cafés y paseaban en auto por los Alpes. Salinger y Maier compartían noticias sobre sus hijos, alababan la actriz Mary Tyler Moore, y contaban anéctodas cotidianas. Según Salinger, la suya era muy aburrida.
Pero Salinger estaba muy ocupado con la escritura, contándole al hijo de Ruth, Christopher, que durante la mayor parte de la década del 70 había escrito lo mejor de su ficción "lenta, erráticamente pero, de alguna manera, bien". Aunque el biógrafo Slawenski aclaró que es difícil encontrar un momento en la vida de Salinger en que no dijera que estaba produciendo su mejor ficción.
Mucho de lo que Salinger escribió durante este período de soledad no se verá hasta el 2060, 50 años después de su muerte, como lo estipuló en su testamento. El autor tenía 91 años cuanto murió, en el año 2010. Tres de sus cuentos inéditos fueron filtrados y publicados online, seguramente de un libro no autorizado que se publicó en Inglaterra sin el permiso del autor.
En sus cartas, Salinger también dice que no tiene intención de ver su obra filmada o adaptada al teatro, un comentario seguramente provocado por productores de Hollywood que intentaron durante años llevar a El guardian en el centeno al cine.
En una carta de 1977 al hijo de Maier, Salinger escribió que quería que su ficción fuera publicada eventualmente, pero no ahora. "La publicación, para mí, por lo menos, suele poner todos los otros trabajos en proceso en peligro. Uno de los motivos es que desconfío de la finalidad de la edición".
En la correspondencia con Ruthie Smith Maier, una mujer que conoció mientras que era alumno en Ursinus College en Pennsylvania, en 1938, ambos comparten anécdotas sobre ser padres, trabajar como escritores y sobre chusmerío general sobre la cultura popular. Según los expertos, las cartas humanizan al autor recluso, lo muestran en momentos bisagra de su vida.
La primera carta es de enero de 1941 y allí un confiado Salinger de 22 años le escribe a Ruthie que su intención es ser un gran autor. “Oh, que soy bueno,” dice en la carta tipeada de interlineado simple, según consigna el periodista Jon Herskovitz de la agencia Reuters. “Llevará su tiempo convencer al público, pero así será”. Recuerda también la época y a las personas de Ursinus, dando pistas sobre los temas de su trabajo venidero. “Por cada cien falsos (phonies) hay un bueno y esa es mejor proporción de lo que encuentro acá en mi salvaje ciudad natal de Nueva York”, dice.
La siguiente carta está fechada 17 años después, en 1958. En los años intermedios, los cuentos de Salinger habían sido editados en la revista The New Yorker, había sido soldado en los más feroces combates de la Segunda Guerra Mundial, luchando en el teatro europeo, había publicado su novela más famosa El guardián en el centeno y el libro Nueve cuentos.
Alarmado por su repentina fama, Salinger también había huido de Nueva York en 1953, defendiendo ferozmente su privacidad en el pequeño pueblo de Cornish, al noroeste de New Hampsire (un estado del noreste estadounindense, que comparte una pequeña parte de su frontera con Canadá). En la carta, Salinger habla cariñosamente sobre su pequeña hija, Margaret, sus cálidos recuerdos de Ursinus y su desdén por las consecuencias de la fama. "Estos días, casi cualquier noticia que me llega sobre mi ficción me irrita, me deja helado o simplemente no me llega", dice.
Kenneth Slawenski, el autor de la aclamada biografía J.D. Salinger: una vida, dijo que la correspondencia a través de muchos años era algo conún para el autor –como, por ejemplo, la que mantuvo con su compañero de cuarto de la academia militar, Valley Forge–, pero que eran pocos los académicos que conocían las cartas entre él y Maier. "Que yo sepa, Salinger nunca maldijo la fama en sí misma (es, después de todo, fundamental para vender libros) sino que en sus cartas frecuentemente se lamentaba sobre las consecuencias de la fama", dijo Slawenski.
Ya en 1969, Salinger estaba en la imaginación estadounidense como uno de los reclusos más famosos del país. El le escribe a Ruthie del enorme placer al ver el crecimiendo de sus hijos y dejar atrás su celebridad. "En mis peores momentos, hace años, todas las cartas que me enviaban eran, en parte o completamente, escritas con el estilo de Holden Caulfield [el protagonista de El guardian en el centeno]. Era como estar en el infierno.”
Unos nueve años más tarde le escribió a Ruth para contarle sobre cuánto se divirtió visitando su hijo Matthew, que estaba estudiando en Francia, y cómo ambos visitaban cafés y paseaban en auto por los Alpes. Salinger y Maier compartían noticias sobre sus hijos, alababan la actriz Mary Tyler Moore, y contaban anéctodas cotidianas. Según Salinger, la suya era muy aburrida.
Pero Salinger estaba muy ocupado con la escritura, contándole al hijo de Ruth, Christopher, que durante la mayor parte de la década del 70 había escrito lo mejor de su ficción "lenta, erráticamente pero, de alguna manera, bien". Aunque el biógrafo Slawenski aclaró que es difícil encontrar un momento en la vida de Salinger en que no dijera que estaba produciendo su mejor ficción.
Mucho de lo que Salinger escribió durante este período de soledad no se verá hasta el 2060, 50 años después de su muerte, como lo estipuló en su testamento. El autor tenía 91 años cuanto murió, en el año 2010. Tres de sus cuentos inéditos fueron filtrados y publicados online, seguramente de un libro no autorizado que se publicó en Inglaterra sin el permiso del autor.
En sus cartas, Salinger también dice que no tiene intención de ver su obra filmada o adaptada al teatro, un comentario seguramente provocado por productores de Hollywood que intentaron durante años llevar a El guardian en el centeno al cine.
En una carta de 1977 al hijo de Maier, Salinger escribió que quería que su ficción fuera publicada eventualmente, pero no ahora. "La publicación, para mí, por lo menos, suele poner todos los otros trabajos en proceso en peligro. Uno de los motivos es que desconfío de la finalidad de la edición".
Fuente: Revista Ñ
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