En esta parte se abordan una serie de traducciones de artículos de estudiosos destacados en el campo del conocimiento Lovecraftiano que raramente verían la luz en español de otra manera. Los trabajos de estos autores son publicados por la editorial Necronomicon Press, editorial fundada en 1976 y pionera en el campo.
Una tarde de Mayo de 1920, un Lovecraft de 29 años está sentado, escribiendo en el apartamento del 598 de Angell Street en Providence, Rhode Island que compartía con su madre. Exhausto, el gran fantasista norteamericano baja la cabeza y, adormilado, tiene este extraño sueño:
Me encontraba en un museo de antigüedades en algún lugar de Providence, charlando con el director, un anciano estudioso. Intentaba venderle un extraño bajorrelieve que había esculpido yo mismo con arcilla. El anciano se rió de mí y me pregunto que era lo que pretendía intentando vender algo nuevo hecho por mí a un museo de antigüedades… Le conteste:
“¿Por qué dice que es nuevo? Los sueños de los hombres son más antiguos que el ominoso Egipto o la contemplativa Esfinge, o que la Babilonia adornada de jardines, y esto fue modelado en mis sueños”
Entonces el director me hizo mostrarle la escultura, cosa que hice. Era un diseño del Antiguo Egipto que, aparentemente, retrataba unos sacerdotes de Ra en procesión. El hombre pareció sacudido por el horror y me preguntó con un terrible susurro –“¿QUIÉN ES USTED?”. Le conté que me llamaba H. P. Lovecraft…Replicó, “No, no -¡antes que eso!”. Le dije que no guardaba recuerdos anteriores a excepción de en mis sueños. Entonces el anciano me ofreció un alto precio, que rechacé; comprendí que su intención era destruir la escultura tan pronto como fuese suya –cuando lo que yo quería era que la expusiese en el museo. Mi negativa perturbó claramente al hombre, que me cnminó a que fijase yo mismo el precio. Bromeando, exclamé “¡Un millón de libras esterlinas!”…, para mi asombro, el anciano no se rió sino pareció aún más azorado…Su contestación, en un tono perplejo y atemorizado, fue: “Lo consultaré con los administradores de la institución—por favor, vuelva dentro una semana”. (1)
Cuatro años más tarde Lovecraft se encuentra en Nueva York, casado y buscando una posición laboral estable. En la noche del 28 de Febrero de 1925, se encuentra relajándose en su habitación alquilada en el 169 de Clinton Street en Brooklyn. Sus dos visitantes, George Kirk y Samuel Loveman, acaban de marcharse. Repentinamente, a las 9:32 de la noche, el edificio de dos plantas es sacudido por un poderoso terremoto, terremoto que fue sentido en sitios tan lejanos como Toronto. En Nueva York las lámparas cayeron de las mesas y los espejos de las paredes; las mismas paredes se agrietaron y los cristales de las ventanas se hicieron añicos; la gente salió a las calles presa del terror(2). El terremoto tendrá otras repercusiones a largo plazo, ya que pondrá en movimiento la imaginación de Lovecraft, iniciando la lenta gestación de una de sus más grandes contribuciones a la literatura fantástica.
Estos dos eventos, tan diferentes entre sí y tan separados en el tiempo y el espacio, se convertirían en piezas fundamentales en “La llamada de Cthulhu”, uno de los mejores relatos escritos por Lovecraft. La lenta génesis del relato es un interesante ejemplo de cómo el escritor de Providence modificaba y expandía ideas e imágenes germinales antes de la composición definitiva de sus relatos. “Cthulhu” fue el primero en una serie de relatos (entre los que se incluyen “El Susurrador en las Oscuridad” y “En la noche de los tiempos”) que tardaron un tiempo excepcionalmente largo en ser escritos, y las vicisitudes de su desarrollo nos ayudan a comprender el proceso creativo en Lovecraft.
En el relato tal y como fue definitivamente escrito, la extraña escultura vislumbrada en un sueño y el terremoto de Febrero de 1925—“el temblor de tierra más considerable de los últimos años en Nueva Inglaterra.”- se unirán en un origen común, como portentos de la emersión de la ciudadela prehumana de Cthulhu de las aguas del Pacífico. Pero antes de adelantarnos, examinemos otros eventos que desembocaron en la escritura del relato.
Unos años después de soñar que era un escultor, Lovecraft escribe dos entradas en su “Libro de las Ideas” (Commonplace book), fechadas en 1923, que nos dan dos indicios temáticos que lo que habría de venir:
[110] Ruinas ciclopeas antediluvianas en una solitaria isla del Pacífico. Centro de un culto brujeril subterráneo extendido por el mundo entero.
[111] Ruinas antiguas en un pantano de Alabama – vudú(3)
Las entradas, escritas una tras otra, juegan un rol importante en “La llamada de Cthulhu”. La primera podría decirse que es el germen del argumento, aunque no se especifique en que derivará la historia ni desde que ángulo será contada. La segunda se encuentra integrada dentro de la primera, Lovecraft cambió la localización de Alabama por Luisiana y convierte el culto vudú en una ramificación del “culto brujeril mundial”. El concepto del culto brujeril está claramente tomado del libro de Margaret Murray “Culto brujeril en Europa Occidental” (Witch-Cult in Western Europe – 1921), que Lovecraft leyó en las fechas en las que fueron escritas las entradas. (4)
Indudablemente tras estas entradas, hubo más incidentes e imágenes que acabarían influyendo en el relato. Uno ya conocido es el terremoto de 1925. Uno no puede evitar pensar si este reseñable evento provocó extraños sueños en Lovecraft, como fue el caso del escultor Wilcox en la narración.
Habrán de pasar seis meses tras el terremoto hasta que sepamos de otro acontecimiento en la escritura de “La llamada de Cthulhu”. Lovecraft, que no goza ya de la compañía de su esposa en Nueva York debido a los compromisos laborales de esta en el medio-oeste, pasa mucho tiempo con sus amigos y colegas discutiendo asuntos literarios; y – a pesar de una creciente depresión causada por su incapacidad por conseguir una posición remunerada- experimenta una pequeña explosión creadora, escribiendo “El Horror de Red Hook” entre el 1 y el 2 de Agosto de 1925, y otra historia de horror neoyorquino, “Él”, escrita diez días después. A pesar de que ambos relatos no se encuentran entre los mejores que escribió, su ímpetu creativo no se está, ni mucho menos, detenido. La mañana siguiente a la escritura de “Él”, Lovecraft lee alguna de las etéreas fantasías de Lord Dunsany para “afianzar mi recién recuperado talante creativo”(5); esa misma noche acude a un encuentro con sus amigos en el apartamento de Reinhart Kleiner. Es una larga reunión donde los “Kalems” (llamados así porque los apellidos de los miembros originales del club empezaban todos por K, L o M) “charlaron ávidamente” hasta las 4 de la madrugada(6). Nunca sabremos exactamente en torno a que giró la conversación, pero al salir de la reunión, la mente de Lovecraft estaba repleta de ideas-algunas se remontaban hasta 1919 y su extraño sueño-para un nuevo relato fantástico:
“Después fui a casa- no para dormir, ya que tenía mucho que escribir. Un nuevo argumento para un relato- quizás una novela corta- acudió a mi cabeza y era imperativo que lo pusiese sobre el papel en detalles esquemáticos mientras aún estaba fresco en la memoria. Esto fue, finalmente, cuestión de horas, ya que escribí un completo esquema de desarrollo. La escritura del relato en sí será ahora un asunto relativamente simple—lo llamaré “La llamada de Cthulhu”…esta nueva creación—si alcanza la extensión que creo llegará- debería suponerme un cheque bastante decente—sería en tres o cuatro partes.”(7)
Podemos extraer varias conclusiones de esta afirmación. La primera, por supuesto, que Lovecraft ya había nombrado y concebido a Cthulhu, el “dios” octopoide proveniente de alguna lejanísima dimensión cósmica. Aparentemente pasó gran parte de estas “horas” trabajando en los detalles de su “dios”; años más tarde recordará: “me tomé un enorme trabajo imaginándome a Cthulhu”(8). La segunda, en vista de lo que tardó en completar el trabajo, que también escribió una sinopsis muy detallada y de gran extensión. También se debieron tomar decisiones acerca de la estructura de la narración, ya que el producto final está dividido en tres partes.
¿A qué se refiere Lovecraft en la carta con “un completo esquema de desarrollo”? Es posible que sea una versión embrionaria de la técnica que postulará en “Notas acerca de escribir ficción fantástica” (1933), donde sugiere que la sinopsis de los eventos en el orden de la narración debe ser preparada sólo después de una sinopsis de los eventos narrados en orden estrictamente cronológico(9). Es posible que aquella noche de Agosto de 1925, Lovecraft escribiese dos sinopsis y que los detalles del argumento ya estuviesen fundamentalmente fijados.
A pesar de todo, la escritura definitiva del relato aún tomará largo tiempo. De hecho, aún pasará un año hasta que Lovecraft ataque su composición. Tuvo otras ocupaciones, fundamentalmente la finalización de su ensayo “El Horror Sobrenatural en la Literatura”. Es muy posible que se sintiese incapaz de dedicar el tiempo y la atención necesarios que la escritura de su “novela corta” requería, porque en ese intervalo escribirá dos relatos cortos y bastante convencionales-“En la cripta” (18 de Septiembre de 1925) y “Aíre Frío” (Marzo de 1926)(10)-antes de sentarse a escribir “La llamada de Cthulhu”.
Aún así, intentó acometer la tarea en diferentes periodos durante este impass; en carta a Clark Ashton Smith, fechada el 25 de Noviembre de 1925, escribe: “Probablemente escribiré el relato del continente sumergido durante la próxima semana, y serás con seguridad el primero en leerlo”(11). Otra carta de la semana siguiente demuestra que el relato aún ocupaba gran espacio en la mente de Lovecraft:
“Sí—la ciudad sumergida en el Caspio es muy parecida a aquellas torres bajo las profundidades acerca de las que yo y otros autores tanto nos gusta escribir. Espero leer más noticias sobre ella-aunque estoy bastante seguro de que no revelarán los horrores que emergerán de mi L’yeh [sic] sumergida en el Pacífico, la cual es más antigua que la humanidad”(12)
Nótese que Lovecraft cambiará en el relato el nombre de la ciudad muerta donde Cthulhu aguarda soñando a R’Lyeh.
Es posible que Lovecraft se viese espoleado a escribir el relato en su forma final por la lectura de dos obras de Arthur Machen, “Los tres Impostores” y “El Gran Dios Pan”, obras que leyó en Noviembre de 1925. S. T. Joshi y David E. Schultz han sugerido que un episodio de “Los tres Impostores”, llamado “La Novela del Sello Negro”, influyese en “la llamada de Cthulhu”; en ambos relatos la trama se nos revela a través de diferentes piezas aparentemente inconexas entre sí, en “La llamada de Cthulhu” a través de “el extraño bajorrelieve [y los] inconexos apuntes, notas y recortes” encontrados en una caja cerrada y en “La novela del Sello Negro” a través de “una estela de piedra negra, crudamente esculpida con extrañas marcas e inscripciones…un manuscrito y, …algunos recortes de oscuros periódicos locales” (13), encontrados en un despacho cerrado. Esto nos deja preguntándonos cuanto de la “Llamada de Cthulhu” fue concebido en la sinopsis escrita tres meses antes.
Evidentemente el hecho de que Lovecraft se encontrase leyendo cualquier tipo de ficción sobrenatural que cayese en sus manos con el propósito de documentarse para su ensayo sobre el tema en las fechas comprendidas entre la escritura de la sinopsis de “Cthulhu” y la escritura final del relato dan pie a conjeturar cientos de posibles influencias sobre el producto final. Una importante influencia, raramente comentada por los críticos es, por ejemplo, “el Horla” de Guy de Maupassant. En un sentido muy amplio, la clásica historia del escritor francés acerca de un ser invisible que confunde las mentes de los hombres contiene alguna reflexión filosófica acerca de la tenue posición del hombre en el planeta: “Somos tan indefensos, inermes, ignorantes y pequeños, sobre este trozo de lodo que gira disuelto en una gota de agua…”(14) Es una versión, quizás menos explicita, de la perspectiva cósmica adoptada por Lovecraft en “la Llamada de Cthulhu”. Pero, a medida que el relato de Maupaussant progresa, escribe con mayor intensidad:
“Ahora ya lo sé y lo presiento: el reinado del hombre ha terminado.
Ha venido aquel que inspiró los primeros terrores de los pueblos primitivos. Aquel que exorcizaban los sacerdotes inquietos y que invocaban los brujos en las noches oscuras, aunque sin verlo todavía. Aquel a quien los presentimientos de los transitorios dueños del mundo adjudicaban formas monstruosas o graciosas de gnomos, espíritus, genios, hadas y duendes. Después de las groseras concepciones del espanto primitivo, hombres más perspicaces han presentido con mayor claridad. Mesmer lo sospechaba, y hace ya diez años que los médicos han descubierto la naturaleza de su poder de manera precisa, antes de que él mismo pudiera ejercerlo. Han jugado con el arma del nuevo Señor, con una facultad misteriosa sobre el alma humana. La han denominado magnetismo, hipnotismo, sugestión… ¡qué sé yo!”
La última frase revela una conexión más, ya que Cthulhu también ejerce influencia mental sobre algunos seres humanos. Nótese como el sueño de Wilcox acerca de una “voz o inteligencia subterránea que de forma monótona profería enigmáticos impactos sensoriales imposibles de transliterar salvo en un galimatías” encuentra su paralelo en la forma en que el narrador del relato de Maupaussant descubre el nombre de su antagonista:
“Ha llegado el… el… ¿cómo se llama?… el… parece que me gritara su nombre y no lo oyese… el… sí… grita… Escucho… ¿cómo?… repite… el… Horla… He oído… el Horla… es él… ¡el Horla… ha llegado!…”
Finalmente, el alcance del horror de Maupaussant, como el de Lovecraft, es global. Ambos autores utilizan la idea de noticias provenientes de lugares muy alejados entre sí describiendo sucesos relacionados para mostrarnos la extensión del horror que describen.
“El Horla” es, entonces, sólo una de las muchas historias que Lovecraft leyó – y que ejercieron alguna influencia sobre su literatura- a principios de 1925 mientras preparaba “El Horror Sobrenatural en la Literatura”. Pero “Cthulhu” se retrasó de nuevo, y sólo en parte a causa del ensayo. La creciente depresión, resultado de su incapacidad por conseguir un trabajo remunerado y de su añoranza de su Nueva Inglaterra natal, ciertamente afectaría su capacidad para escribir un relato tan exigente. Cuando finalmente regresa a Providence en 1926, experimentó un asombroso rejuvenecimiento de sus facultades literarias, y “La llamada de Cthulhu” fue el primero en una serie que comprende sus mejores trabajos. Probablemente no finalizó la historia hasta Septiembre de 1926, dieciocho meses después del terremoto que quizás puso su imaginación en funcionamiento, y seis años después de su sueño de la escultura modelada oníricamente. El 12 de Octubre de 1926 escribe a Smith: “He escrito dos nuevas narraciones, una es la de la tierra sumergida que te describí hace un año”.
La felicidad que embargó a Lovecraft cuando regresó a su añorada Nueva Inglaterra, y que tan palpable es en “El Caso de Charles Dexter Ward”, es aparente también en “La llamada de Cthulhu”. Lugares de Providence (especialmente la pintoresca calle Thomas, donde Lovecraft sitúa la residencia del escultor Wilcox) son retratados con fidelidad como puntos de partida para el horror cósmico. Lovecraft, significativamente, otorga al narrador Thurston un primer y segundo nombres inspirados en un antiguo rector de la Universidad de Brown, Francis Wayland (1796-1865)
La historia ciertamente gana con estos pequeños toques de color local, y lo mismo puede ser dicho en un sentido más amplio de las muchas imágenes e ideas, conocidas y desconocidas, que Lovecraft coleccionó para su relato durante su largo periodo de gestación. En cierto modo, hemos de felicitarnos de que Lovecraft no escribiese la historia durante su estancia en Nueva York, ya que la historia es más rica en incidentes y detalles por haber sido escrita tras su retorno al hogar y la renovación, espiritual y creativa, que aquello comportó.
NOTAS
1.- Carta a Alfred Galpin y Maurice W. Moe. Dreams and Fancies (Sauk City, WI: Arkham House, 1962) 47. La carta está fechada incorrectamente un 11 de Diciembre de 1934. Una carta a Reinhart Kleiner (Selected Letters, 1.113-17) escrita obviamente tras esta está fechada el 21 de Mayo de 1920. Volver al texto.
2.-Lovecraft, [Diario, 1925],(manuscrito en la John Hay Library); New York Times, 1 de Marzo de 1925,1. Volver al texto.
3.-Lovecraft Commonplace book, ed. por David E. Schultz (West Warwick, RI: Necronomicon Press, 1987), 1:7. Volver al texto.
4.-Una carta de Lovecraft a Clark Ashton Smith del 9 de Noviembre de 1925 demuestra que Lovecraft había leido “The Witch Cult…” como muy tarde en Septiembre de 1924 (Selected Letters II.28). Otra influencia proveniente del mundo de la no-ficción (en este caso las doctrinas teosóficas) está documentada en el estudio de Robert M. Price “HPL and HPB: Lovecraft’s use of teosophy”, Crypt of Cthulhu nº 5 (1982): 3-9. Volver al texto.
5.-Lovecraft a Lillian D. Clark, 13 de Agosto de 1925 (manuscrito, John Hay Library(. En “Dunsanian Influence on Lovecraft outside his ‘Dunsanian’ tales”, Crypt of Cthulhu nº 76 (1990): 3-4, Robert M. Price especula que el relato “A Shop in Go-By street” fue una de las historias Dunsanianas que leyó aquel día. Volver al texto.
6.- [Diario 1925],(manuscrito John Hay Library). Volver al texto.
7.- Lovecraft a Lillian D. Clark, 13 de Agosto de 1295 (manuscrito, John Hay Library). Volver al texto.
8.- Lovecraft a August Derleth (1928). Volver al texto.
9.- Uncollected Prose and Poetry 3 (West Warick, RI: Necronomicon Press, 1982), p. 7. Volver al texto.
10.- S. T Joshi, “A Chronology of Selected Works by H. P. Lovecraft”, en H. P. Lovecraft, four decades of Criticism (Athens, Ohio University Press, 1980). Volver al texto.
11.- Lovecraft a Clark Ashton Smith, 4 de Noviembre de 1925 (manuscrito, John Hay Library). Volver al texto.
12.- Lovecraft a Lillian D. Clark, 14-19 de Noviembre de 1925 (manuscrito, John Hay Library). Volver al texto.
13.- Arthur Machen, The Three Impostors (NY: Knopf, 1923), 80. Volver al texto.
14.- Guy de Maupaussant, “The Horla” en Wise & Fraser editores, Great Tales of terror and the supernatural (NY, Random House, 1944), 465.
Fuente: Steven J. Mariconda (Trad. Sergio Armisén ©)
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