Según el diccionario de la RAE de 1992, la etimología popular consiste en la «interpretación espontánea que se da vulgarmente a una palabra relacionándola con otra de distinto origen. La relación así establecida puede originar cambios semánticos o provocar deformaciones fonéticas».
Según esta definición, habría que distinguir dos tipos de etimología popular:
a) Sin deformación fonética, como es el caso de inhumar empleado por incinerar (en lugar de «enterrar») por creer el hablante que dicha palabra se emparenta con el español «humo» cuando, como se sabe, procede del latín «humus» (tierra) y no de «íumus» (humo).
b) Con deformación fonética, como es el caso del vulgarismo *mondarina por mandarina por creer el hablante que esta fruta tiene algo que ver etimológicamente con la familia léxica monda (cáscara).
Pero aún caben dos tipos más:
c) Con deformación gráfica: es muy frecuente ver escrita la palabra ilación («acción y efecto de inferir una cosa de otra»; «trabazón razonable y ordenada de las parles de un discurso») con h (*hilación) por creer quien escribe que tal palabra se relaciona etimológicamente con la familia léxica de hilo, hilacho, hilatura, hilar... (del latín «filum»), cuando en realidad procede del sustantivo latino illationem.
d) Con deformación fónica y gráfica: con frecuencia se ve y se oye la forma vulgar *co[h]exión —que es un híbrido de conexión (de ahí la x)— y cohesión. La confusión procede del parecido o proximidad semántica entre ambos vocablos: conexión significa «enlace, atadura, trabazón de una cosa con otra»; y cohesión, «enlace, unión, adhesión...».
La expresión coloquial actual no hay tu tía (‘no hay remedio’, ‘es imposible cambiar las cosas’) es un hermoso ejemplo de lo que los lingüistas denominan etimología popular.
La expresión originaria era no hay tutía. El hablante actual normalmente no ha oído en su vida esa palabra. El DRAE nos dice que tutía es atutía, con lo que nos deja como estábamos. Si perseveramos y buscamos atutía, nos enteraremos de que es óxido de zinc y de que se fabricaba un ungüento con él.
Ahora todo encaja:
tutía = ungüento = remedio
o sea
no hay tutía = no hay remedio
El problema es que solo encaja ahora y el hablante necesita que todo encaje desde el principio y, si no, lo hace encajar él. Cuando se encuentra una expresión opaca, trata de hacerla transparente apoyándose en lo que conoce (tú y tía). La etimología popular surge por afán de motivación y altera la forma de las palabras.
Se me podría objetar que en realidad la expresión se oscurece, pues se pierde la metáfora del ungüento; pero es que esa metáfora ya estaba perdida de todos modos y ahora por lo menos reconocemos las palabras. Tenemos una expresión idiomática que no es ni más rara ni más normal que otras como tomar el pelo o estirar la pata.
Alguien se preguntará: “Ya, pero entonces, ¿qué es lo correcto?”.
Evidentemente, la expresión vigente hoy día es no hay tu tía. Si vamos a buscar el sostén y guía de la Academia, no encontraremos tampoco una solución definitiva. El DRAE recoge la forma separada (por lo que hay que entender que se considera correcta), aunque remite a no hay tutía (junto), es decir, prefiere esta última. En cambio, en el DPD se señala como incorrecta la forma tu tía (separado).
Lo preferible es guiarse por el sentido común. Si la inmensa mayoría de los hablantes se ha decantado por una variante, la otra no es necesariamente más correcta por mucho que se empeñe el diccionario.
Otro ejemplo es el de la palabra adolecer. Adolecer de algo es presentar algún defecto o padecer algún mal. En el siguiente ejemplo se utiliza este verbo correctamente:
[...] en aquellos tiempos mis buenos propósitos adolecían de una estructura excesivamente endeble [Almudena Grandes: Las edades de Lulú]
La selección entrenada por Claude Onesta volvió a adolecer de las ideas y la fluidez ofensiva necesarias para superar con comodidad a los eslovenos [incorrecto]
El ejemplo anterior procedente de un diario español, lo que quiere decir es que a la selección de marras le faltaron ideas y fluidez ofensivas, que carecía de estas. Pues bien, se debería haber empleado cualquiera de esos verbos para expresarlo.
Por último, no está de más aclarar que adolecer no tiene nada que ver con adolescente ni adolescencia.
Se trata de un caso de etimología popular. Encontramos una muestra aquí:
[...] la etapa de la adolescencia, como la etimología misma de la palabra lo menciona “que adolece”, carece de la madurez para controlar el uso de dichas redes
En este caso, se mezclan dos usos incorrectos: adolecer como ‘carecer de algo’ y la idea de la relación con adolescencia.
Si no quieres que tu expresión adolezca de impropiedad, la solución es fácil: consulta el diccionario primero y escribe después.
Fuente: Buenas tareas, Blog de lengua española
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