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La lingüística comparativa e histórica del siglo XIX


El comparatismo

La lingüística comparativa e histórica del siglo XIX es considerada la etapa inicial de la ciencia lingüística porque fue capaz de elaborar una teoría y una metodología de investigación a partir de las cuales estudiar la historia de las lenguas. Si bien estuvo muy concentrada en la investigación de la gran familia indoeuropea, el trabajo de los lingüistas de este siglo proporcionó un marco de análisis que -más allá de las críticas- dio importantes resultados para el conocimiento de otras familias de lenguas. Además, se produjeron importantes avances en el campo de la fonética, especialmente, el reconocimiento teórico y práctico del principio de que las letras (en el sistema de escritura alfabética) son meramente símbolos para los sonidos en la lengua hablada correspondiente. Por último, a partir del siglo XIX, se avanzó hacia un entendimiento más correcto de la relación entre lenguas y dialectos: el estudio intensivo de la historia de las lenguas clásicas y modernas de Europa dejó en claro que los varios “dialectos” regionales no son versiones imperfectas y distorsionadas de las lenguas literarias estándar, y que las diferencias entre “lenguas” y “dialectos” estrechamente relacionados eran en su mayor parte más políticas y culturales que lingüísticas.



Es un hecho conocido que diferentes lenguas pueden parecerse a otras en distintos grados.

Por ejemplo, el español y el italiano son muy semejantes en vocabulario y en gramática: evidentemente esto se debe a que son lenguas “emparentadas” que derivan de una lengua común: el latín. Del mismo modo encontramos semejanzas entre el alemán y el inglés, muchas más de las que podemos encontrar entre el inglés y el chino: decir que dos lenguas están relacionadas equivale en lingüística a decir que han evolucionado de una lengua individual anterior y que por lo tanto pertenecen a una misma “familia de lenguas”. La mayoría de las lenguas de Europa y algunas de Asia pertenecen a la familia indoeuropea; dentro de esa familia hay diferentes “ramas” o subfamilias, por ejemplo, las lenguas romances (francés, español, italiano, catalán, rumano, portugués, etc.), las lenguas germánicas (alemán, inglés, sueco, etc.), las lenguas eslavas (ruso, polaco, checo, etc.), etcétera.



La lingüística de la primera mitad del siglo XIX se conoce con el nombre de comparatismo, por su interés en la comparación y el establecimiento de familias de lenguas y la búsqueda de las lenguas primitivas. Este propósito principal de los lingüistas de este tiempo encontró una fuerte motivación no tanto dentro de la lingüística, sino en disciplinas vecinas: el método comparativo se había mostrado exitoso en la anatomía, la biología y la paleontología. La palabra clave de la nueva ciencia lingüística es “organismo”, que se ha perfilado ya en las metáforas y comparaciones mencionadas en el apartado anterior. El propósito de los comparatistas es, sobre la base del conocimiento del sánscrito y de sus similitudes con el griego y el latín, extender la comparación de las lenguas principales y poder proporcionar soluciones para dilucidar la genealogía de las lenguas.


Un pionero de los estudios comparatistas es Rasmus Rask (1787-1832), un filólogo danés cuya obra inicial fue una gramática del antiguo islandés. Puede considerarse el primer comparatista, dado que estudió las relaciones entre el islandés, las lenguas escandinavas y germánicas, griego, latín, lituano, eslavo y armenio. Su obra, sin embargo, permaneció por largo tiempo desconocida y recibió poca atención, probablemente porque sus trabajos fueron escritos en danés y no en una lengua “principal”. 


La figura central y que más ha trascendido es la de Franz Bopp (1791-1867), a quien se ha denominado el “padre de la lingüística”. Oriundo de Maguncia, estudió en París con filólogos de renombre el persa, el árabe, el hebreo y el sánscrito. Su primera monografía publicada se tituló “El sistema de conjugación del sánscrito en comparación con el del griego, latín, persa y germánico”. Considera la lengua como un organismo vivo, piensa que el sánscrito no es la lengua madre, sino sólo más antigua que el griego y que el latín; postula la existencia de una lengua primitiva (y única) de la que derivarían las demás lenguas. Su idea es que el sánscrito –por su morfología cristalina- permite remontarse al primer estado de lengua, a las primeras palabras (que serían raíces monosilábicas). Bopp significa un corte de navaja respecto de toda la tradición gramatical anterior: para él las lenguas merecen estudiarse por sí mismas, como objeto y medio de conocimiento y ya no como un modo de acceso al conocimiento. Su modernidad se hace evidente cuando se constata que este pensamiento es justamente el que cierra el Curso de Lingüística General de F. de Saussure:  “la lingüística tiene por único y verdadero objeto la lengua considerada en sí misma y por sí misma”. 


W. von Humboldt (1767-1835) es otra de las figuras descollantes de la primera parte del siglo XIX. Fue diplomático, lo cual le permitió residir en distintos países, funcionario del gobierno, alcanzó la jerarquía de ministro y, entre otros logros, fundó la Universidad de Berlín. Humboldt fue un intelectual preocupado por todos los problemas de su tiempo y sus publicaciones reflejan esa diversidad de intereses: sólo escribe dos trabajos estrictamente técnicos, no filosóficos, sobre el lenguaje (sobre la lengua vasca y sobre el problema del dual).

Los temas de Humboldt son diversos: por un lado,  la descripción del organismo de las lenguas, al que denomina también estructura. Sus escritos permiten descubrir un interés tipológico, el deseo de una clasificación de lenguas de acuerdo con sus estructuras. Por otro lado, esencialmente le interesa la formación de las lenguas, el poder remontarse a sus orígenes, a lo cual, en su pensamiento, puede llegarse más por consideraciones metafísicas que lingüísticas.

Para Humboldt el lenguaje es un don natural, una propiedad innata, específica del hombre (hombre y lenguaje nacen a la vez). Por otra parte, considera que la lengua es el órgano que forma el pensamiento, que expresa y conforma el espíritu nacional, la visión de mundo propia de ese pueblo, convicción que refleja con nitidez su ideología netamente romántica. Así, la diversidad de las lenguas es una prueba de la diversidad de las mentalidades.


Un lingüista sobresaliente del siglo XIX es Schleicher (1821-1867), quien fue el primero en aplicar sistemáticamente la técnica de la reconstrucción de lenguas, que explicamos más adelante. Schleicher cierra el período dominantemente comparatista y es reconocido por el rigor de su método, por la concepción de la fonética real (es decir, aquella que efectivamente se refiere a las articulaciones y ya no a las letras) y por haber proporcionado por primera vez en la historia de la lingüística un estudio descriptivo e histórico de una lengua popular no literaria –el lituano– analizada a partir de sus formas orales.




Schleicher tiene un lugar central en los estudios comparatistas por sus trabajos de reconstrucción del indoeuropeo: la técnica empleada para reconstruir una forma del indoeuropeo consistía en reunir todas las formas de una palabra sobrevivientes en las lenguas indoeuropeas, por ejemplo: sánscrito, ašvas, griego, hippos, lat. equus, iranio, aspa, etc.Luego aplicar las leyes de correlación establecidas de una lengua a otra: sánscrito š = latín qw;  etc., para después determinar las formas que representan los estadios más arcaicos, basándose en leyes de evolución fonética.




Schleicher, que fue en primer lugar botánico y que encarnó de manera paradigmática la impronta de las ciencias naturales en la lingüística, lleva la tesis de la lengua como organismo a su formulación más fuerte: para él, la lengua es una obra de la naturaleza, un organismo natural; por lo tanto, la lingüística no es una ciencia humana, sino una ciencia natural. Por otra parte, es importante destacar que este estudioso asimiló rápidamente la teoría de la evolución de las especies de Darwin (1859) y la trasladó y aplicó en su concepción biologista de la lengua: esta evoluciona como un organismo, es decir, las lenguas nacen, se desarrollan, declinan y mueren. Esta concepción ha sido objeto de justificada crítica, debido a que entraña la exclusión de lo social, en tanto aspecto constitutivo de las lenguas, y a su empleo para justificar la postergación y extinción de lenguas minoritarias o en peligro. 


Comentarios

  1. Muy bueno !!!
    Muchisimas gracias me ayudó.

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  2. Gracias por comentar. Nos alegramos que te haya servido.

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  3. Excelente informacion ! gracias por la ayuda !

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  4. Muchísimas Gracias!!! me ayudó mucho

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  5. Gracias por la información, pero tenemos que decir como un pionero de los estudios comparatistas a Makhmud Koshgariy que vivía en el siglo XI en Asia Central y escribío su libro "Devoni lug'otit turk" que estudiaba historicamente el idioma turquica y componía el diccionario de esta lengua.

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