Este jueves 15 de marzo se cumplió el 75 aniversario de la muerte de Howard Phillips Lovecraft, el escritor norteamericano que fascinó lectores de todo el mundo con sus relatos de terror.
Poe y Lovecraft |
Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de agosto de 1890 en Providence (Rhode Island). Fué un niño enfermizo con una infancia desgraciada ya que perdió a sus padres enfermos de locura. Hijo de un padre "neurótico y dictatorial" que nunca convivió con su hijo, primero a causa de sus ocupaciones y luego por su muerte (a causa de la sÃfilis, que lo llevó a la locura y a la parálisis) cuando el autor solo contaba ocho años de edad. Su madre era de carácter sumamente nervioso y volcó toda su ansiedad causada por el matrimonio desavenido en el niño y continuamente decÃa a éste que era muy feo, que no debÃa dar un paso lejos de sus faldas, que la gente era mala y tonta, que, como sus padres provenÃan de Inglaterra, él era de estirpe británica y, por tanto, ajeno al terrible paÃs en que vivÃan. Recibió, pues, una educación aristocrática y ramplona, de gente bien venida a menos, pero orgullosa de sus tradiciones..
Con sus criaturas |
En su Introducción a la literatura norteamericana, Jorge Luis Borges nos dice que Lovecraft, «muy sensible y de salud delicada, fue educado por su madre viuda y sus tÃas. Gustaba, como Hawthorne, de la soledad, y aunque trabajaba de dÃa, lo hacÃa con las persianas bajas.» Se crió sobreprotegido y solitario, rodeado unicamente por los libros de la biblioteca de su abuelo materno y convencido de su fealdad y de que la gente que le rodeaba no merecÃa su roce.
Empezó a escribir relatos y poesÃa a los siete años de edad y en sus primeras obras ya resulta evidente su pasión por la literatura macabra. A los 13 años, fascinado por el personaje de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, fundó la Providence Detective Agency.
En su adolescencia se dedicó a imitar a los escritores del siglo XVIII. SentÃa predilección por todo lo antiguo, pero en especial por este siglo. Lovecraft era un reaccionario terrible. SentÃa un miedo visceral por todo lo nuevo, e incluso deploraba la independencia de su paÃs (a la que denominaba "el cisma de 1776"). Se consideraba británico y adoraba todo lo que le recordase el pasado colonial de su patria. Fue una persona solitaria que dedicaba su tiempo a la lectura, la astronomÃa y a cartearse con otros aficionados a la literatura macabra. Asimismo, debido a su frágil salud, acudió a la escuela de forma discontÃnua y desde muy pequeño sintió una morbosa aversión al mar (según Wandrei, a partir de una intoxicación por comer pescado en malas condiciones ). Se alimentaba preferentemente de dulces y helados y desde niño sufrió terribles pesadillas. Hasta los 30 años no pasó una noche fuera de su casa. Para el, el colmo del idealismo era pretender mejorar la situación del hombre.
Odiaba la luz del dÃa. Pero en las noches revivÃa para leer, para escribir, para pasear por las calles solitarias -sin enemigos ya- y, sobre todo, para soñar. VivÃa por y para sus sueños. En ellos experimentaba "una extraña sensación de expectación y de aventura, relacionada con el paisaje, con la arquitectura y con ciertos efectos de las nubes en el cielo". Este goce estético fue el que, según Derleth, le impidió suicidarse.
Fue un gran innovador del cuento de terror gracias a su singular tratamiento de la narrativa y la atmósfera de sus historias, que acercó el género a la ciencia-ficción. Con 16 años escribÃa una columna de astronomÃa para el Providence Tribune.