Ernesto Sabato fue omnipresente ayer en la Fundación que lleva su nombre, donde se anticipó la celebración del centenario de su nacimiento, que seguirá esta tarde en la vieja casona de Santos Lugares donde vivió y murió el 30 de abril pasado.
Estuvo en las palabras del economista Bernardo Kliksberg, del actor Ricardo Darín, de Juan Carr, titular de Red Solidaria y de Elvira González Fraga (foto), que fue su compañera en las últimas décadas. Estuvo en las decenas de jóvenes que se apretujaron en la sala del fondo de la sede ubicada en el barrio de Palermo, desafiando el frío y la lluvia. Admiradores y amigos sonrieron cuando González Fraga recordó los paseos y los viajes junto al creador de Sobre héroes y tumbas y se conmovió con las palabras de Kliksberg, uno de los economistas que mejor ha estudiado el tema de pobreza y desigualdad.
Estaban también el embajador de España, Rafael Estrella, la Directora de Asuntos Culturales de la Cancillería Magdalena Faillace y autoridades de la AMIA.
Kliksberg trajo al presente al Sabato del compromiso con los desposeídos, el de la Conadep, el que presentó el Nunca Más un día de septiembre de 1984, cuando a los desmantelados grupos de tarea se los llamaba “mano de obra desocupada”, frente a una plaza colmada, al hombre que legó un ejemplo ético a las generaciones jóvenes, al escritor que tempranamente advirtió sobre la deshumanización del hombre y advirtió con prístina inteligencia los problemas que sobrevendrían en el mundo.
Elvira González Fraga, tragándose la emoción, contó anécdotas de 30 años compartidos con Sabato. “En estos largos dos meses desde aquel 30 de abril me he ido arrancando de Santos Lugares, de nuestra cercanía. Arrancando mi mano de su mano. Durante décadas tantas veces nuestras manos estuvieron abrazadas. En momentos de profunda dicha, y en momentos de tremendo dolor. También de miedo, de desasosiego, y de infinita – él diría descabellada – esperanza”, leyó. Habló del “temblor que estaba en la esencia de Sabato”. “No vivió como un hombre seguro, firme, esa postura que suele acompañar a los que se sienten poderosos. Ernesto vivió empapado del temblor de un artista y, agrego de un artista adolescente”.
González Fraga contó de una vez, en los años de plomo, cuando un auto sin patente con un tipo que sostenía un fusil fuera de la ventanilla los siguió, hasta que Sabato consiguió perderlo en una maniobra con su coche.
Juan Carr se refirió al Sabato del compromiso con la esperanza, esa esperanza “descabellada”, de la que había hablado González Fraga. Y dijo que esa esperanza era el legado de La resistencia , uno de los últimos ensayos de Sabato.
Con un toque de humor, Darín dijo que era descabellada la idea de invitarlo a leer, como hizo con sobrado talento, el fragmento final de Sobre héroes y tumbas , la obra cumbre de Sabato. Todos escucharon con un silencio emocionado.
Luego hubo empanadas y vino tinto. Como le hubiera gustado al “Tata” –así lo llamaban sus nietos– o al “Maestro”, como le decían los jóvenes humildes que los sábados solían darse una vueltita por su casa de Santos Lugares.
En estos días, los homenajes se multiplican. En Rojas, donde nació, el Concejo Deliberante impuso el nombre de Ernesto Sabato al aula donde el escritor cursó sus estudios primarios.
El Colegio de Traductores organizó un foro de homenaje, que se hará el 1º y 2 de julio, bajo el lema “Del autor al universo”. María Rosa Lojo, Magdalena Ruiz Guiñazú, Julia Constenla y Pacho O`Donnell hablarán de la obra de Sabato.
Michel Bibard tuvo entre sus manos la tarea de traducir al francés títulos como Antes del fin y así lo recuerda: “Tuve el honor y la emoción de traducir este magnífico testimonio-testamento de uno de los espíritus más lúcidos, profundos y valientes del siglo XX”.
También en el exterior se preparan tributos. González Fraga dijo a Clarín que el mes próximo habrá una conmemoración en el Instituto Cervantes de Budapest, Hungría, cuya biblioteca lleva el nombre del autor, en tanto que en septiembre habrá jornadas sobre la obra del escritor en Bremen, Alemania, y en octubre la cita será en Madrid, España.
Para agosto habrá una reunión clave de la que González Fraga no anticipa nada: se reunirá en Buenos Aires con Pilar del Río, viuda de Saramago, con el anhelo de generar una acción conjunta de las fundaciones que llevan los nombres de Saramago y Sabato, dos amigos cuyo legado ya pertenece al mundo.
En la Universidad de La Plata, donde se desempeñó como profesor en la cátedra de ingreso a Ingeniería y en un postgrado sobre Relatividad y Mecánica Cuántica. Autoridades y alumnos plantaron una magnolia en el jardín de la Facultad de Ciencias Exactas. La planta estaba en su casa y aparece en sus obras.
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