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El capitán de los dormidos

Mayra Montero nació en La Habana en 1952 y vive actualmente en Puerto Rico. Después de trabajar diez años como periodista, primero como corresponsal en distintos países de Centroamérica y más tarde como editorialista, se dedicó a escribir. Tras un libro de cuentos, Veintitrés y una tortuga, publicó en España su primera novela, La trenza de la hermosa luna (1987). En 1991 quedó finalista del XIII Premio La Sonrisa Vertical con su segunda novela, La última noche que pasé contigo, a la que siguieron Del rojo de su sombra (1992), y Tú, la oscuridad (1995), que supuso su consagración internacional tras ser editada en Estados Unidos con inusitado éxito de crítica para un libro traducido. En 2000 decidió regresar temporalmente al género erótico con Púrpura profundo (2000), novela que ganó el XXII Premio La Sonrisa Vertical. Toda su obra está siendo traducida en Italia, Francia, Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos, entre otros países.


En El capitán de los dormidos (2002) encontraremos una mezcla de intenciones diversas que incluye desde la política como marco central hasta la psicología, varias reminiscencias góticas, y un desarrollo cercano a lo folletinesco que conforman una unidad sumamente atractiva. Mayra Montero escribe el relato con fluidez, con deliberada ambiguedad, buscando una oscuridad narrativa que irá despejándose a medida que avanzamos en la lectura manteniendo la intriga hasta la última página. Pero, quizá lo mejor de su compleja y diversificada trama resida en el ambiente caribeño que logra al combinar la historia de John Timothy Bunker, un aviador que navega por el Caribe recalando en la isla de Vieques, donde se encuentra el hotelito de Martineau en el que conviven un matrimonio junto a  los empleados de servicio, y su hijo que roza la adolescencia.


La acción principal se sitúa en 1950, cuando las tropas estadounidenses se entrenan en Panamá e invaden la pequeña isla. Coincidirá con el año del fracasado intento de revuelta nacionalista en el que participará su padre, y en la que morirá Roberto, el amante de su madre. Pero la complejidad de acciones y tiempos es considerable.



Montero traza una excelente galería de personajes secundarios que contribuyen a forjar un clima narrativo opresivo, no exento de algunos elementos simbólicos.
Los rasgos de humor dulcificarán también la tragedia que subyace en el núcleo familiar protagonista, víctimas de un amor sin remedio, de un revolución en la que pocos parecen creer, y de un azar que se manifiesta siempre contrario a sus deseos. 

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