Una exposición fotográfica y un diccionario conmemora los 50 años de la obra más popular del autor argentino
Uno de los amigos más queridos de Cortázar era Antonio Gálvez, fotógrafo y pintor catalán, que le hizo magníficos retratos y que vivió con él docenas de citas, conversaciones y anécdotas. “Yo estaba haciendo un libro de fotos sobre los grandes intelectuales –los cabezones- cuando todavía no eran tan sabios, cuando todavía eran personas”, recuerda Gálvez. “Yo entonces me moría de hambre, y todos me prometieron un texto para el libro, que iba a editar un suizo. Muchos se rajaron, pero algunos eran formales. Goytisolo y Carpentier fueron muy formales, otros menos. Pero el más humano de todos, el más señor, era Julio. Era persona antes que escritor. Nos corrimos grandes juergas juntos, pero se murió muy pronto, demasiado pronto”.
Las magníficas fotos que Gálvez tomó a Cortázar cuelgan de un tendal con pinzas en la planta de arrriba de la sede del Cervantes, junto a cuadros y dibujos de otros de sus amigos de los años de Rayuela: Pat Andrea, Sergio de Castro –que inspiró el “Étienne” de la novela-, Eduardo Jonquières, Julio Silva –“el Patrón”, colaborador gráfico de Cortázar en Rayuela y 62, Modelo para armar, en sus almanaques y otros libros-, Antonio Seguí, Antonio Taulé y Luis Tomasello.
La relación de Cortázar con el jazz, tan presente en Rayuela, se cuenta a través de algunas de las fotografías que durante la década de los cincuenta tomó, primero en Nueva York y luego en París, Marcel Fleiss, entonces colaborador de Jazz Hot, y hoy gran galerista del surrealismo.
La exposición cuenta la relación de Cortázar con París, donde vivió entre 1951 y 1984, el año de su fallecimiento, y una de las dos ciudades –la otra es Buenos Aires- donde transcurre Rayuela. Con la muestra y el diccionario, Bonet ha querido subrayar que “la novela más emblemática del 'boom' fue escrita por un autor que adoraba la cultura francesa”.
En la pared de la escalera que une las dos plantas de la sala de exposiciones, se muestran las postales que Cortázar coleccionaba y colgaba de las paredes, una costumbre que traspasó a los personajes de Rayuela. Muchas de ellas han sido cedidas al Instituto por Aurora Bernárdez, que las guardaba en una gran caja, recuerda Bonet.
La muestra se completa con las fotografías de Alécio de Andrade para un libro conjunto en torno a París: el Sena y sus “quais”, tan frecuentados por Horacio Oliveira y por la Maga, la Clocharde, los cafés y las librerías de Saint- Germain-des-Prés, el Marais, los Marchés aux Puces...
Además, el Cervantes ha lanzado en Internet, dentro de su proyecto las Rutas Cervantes, que coordina Raquel Caleya, la Ruta temática dedicada a Rayuela (http://paris.rutascervantes.es/ruta/rayuela),
realizada por José María Conget y que permite conocer mejor algunos escenarios de la novela. La Ruta consta de 27 lugares, y va desde el Quai de Conti (“¿Encontraría a La Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti…”) hasta el Cementerio de Montparnasse, donde está enterrado Cortázar.
Bonet anuncia que “la exposición sobre Rayuela y su Ruta son un preludio al centenario del nacimiento de Cortázar, que contribuiremos a celebrar el año que viene en la ciudad de adopción del escritor, a la cual se unirán entonces Buenos Aires y otras de las ciudades cortazarianas, así como otras del ámbito hispánico”.
Fuente: Miguel Mora
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