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Mostrando entradas de febrero, 2014

Herencia literaria

Treinta años después de su muerte en París, Julio Cortázar y su genial pluma no solo no han perdido vigencia sino que siguen inspirando a las nuevas generaciones de escritores argentinos. «Creo que Julio Cortázar está presente a la hora de pensar mis personajes, la importancia de las ciudades como ámbitos recurrentes en mis ficciones, la búsqueda de una escritura que resulte cercana a la experiencia de la lectura», reconoció a Efe el novelista y periodista argentino Sergio Olguín, nacido en Buenos Aires en 1967. Ganador del premio Tusquets de Novela en 2009 con «Oscura monótona sangre», destacó que en la década de los ochenta «muchos críticos intentaron destruirlo, se burlaron de él o lo ningunearon, pero sus libros han sobrevivido en el gusto del lector». Cuando Hernán Ronsino (Chivilcoy, 1975) comenzó a escribir, sobre los 20 años, descubrió que Julio Cortázar vivió y trabajó como maestro durante cinco años en su ciudad natal, unos 160 kilómetros al oeste de Buenos Aires, lo que le

Universidad abierta en Internet

En estos últimos meses —con las revelaciones del topo estadounidense Edward Snowden— hemos visto claramente cómo Internet, originalmente lleno de tanta promesa para igualar el acceso a información en el mundo, se ha convertido, también, en una oscura herramienta de espionaje y vigilancia digna de la peor Gestapo. Ni hay que mencionar, además, que esta fantástica máquina —o red de máquinas— de información (¡de comunicación! ¡de archivo!) se ha atorado con material efímero, vulgar y banal. Pornografía y videos tiernos de gatos son dos enormes consumidores de banda ancha, por ejemplo. Pero tal vez Internet sea como una ciudad que fue fundada por una puñado de sabios (los científicos y geeks que asentaron las bases) pero que después, como cualquier ciudad luminosa sobre una colina, se convirtió en un imán para toda la humanidad: comerciantes y eruditos, artistas y ladrones, sacerdotes y prostitutas... Bueno, ya entendieron la metáfora. Pero lo que queríamos decir es que en esta ciud

Salinger y la fama

La correspondencia del autor con una compañera de estudios de la juventud revela aspectos de su personalidad y una relación ambigua con la fama: deseaba ser un escritor reconocido, se consideraba muy bueno pero lo atormentaba la celebridad. En una carta a una amiga de la universidad, un joven J.D. Salinger dejó escrito su deseo de ser famoso. Aunque en otras cartas a la misma mujer y su hijo durante las siguientes cuatro décadas, el autor estadounidense se encargó de describir cuanto odiaba ser una celebridad. En la correspondencia con Ruthie Smith Maier, una mujer que conoció mientras que era alumno en Ursinus College en Pennsylvania, en 1938, ambos comparten anécdotas sobre ser padres, trabajar como escritores y sobre chusmerío general sobre la cultura popular. Según los expertos, las cartas humanizan al autor recluso, lo muestran en momentos bisagra de su vida. La primera carta es de enero de 1941 y allí un confiado Salinger de 22 años le escribe a Ruthie que su intención es se

Gelman por Caparrós

Me llamaba maestro, como en “maestro, por favor baje a comprarme cigarrillos; dos paquetes, sí, parisiennes”. Yo tenía 16 años, él era el jefe de redacción y yo cadete de un diario que se llamaba Noticias y él, Juan Gelman, me llamaba maestro. Como en “maestro, cuando pueda, ¿me trae un vaso con hielo?”. Yo, mientras, me preguntaba cuándo podría empezar a escribir sin que la música de sus poemas me impidiera escuchar cualquier otra. Maestro: yo entonces lo admiraba tanto que a principios del ‘76, cuando me fui de la Argentina, el único libro que me llevé fue un tomo marrón, tapa muy blanda, donde la editorial Corregidor había reunido sus poemas. Después pasaron –a todos nos pasaron– tantas cosas, y ahora se murió. Escribí lo infrascrito el 23 de abril de 2008, cuando le entregaron su premio Cervantes. Aquí, como en el resto, importan sus palabras: Dice que por favor no le contemos a los muchachos del barrio que se va a tener que transformar en un pingüino. M. y yo nos miramos: es la

Más pastillitas de saber

Plazos, vencen o expiran, mejor que finalizan   Se recomienda que no se utilice el verbo  finalizar cuando se hable de tiempo, ya que existen otros más apropiados, como  vencer, expirar o  cumplirse . Uno de los problemas más comunes en la redacción de noticias en español es la utilización repetida de un solo verbo (conocido como «verbo comodín») para determinado significado, con la consiguiente desaparición de otros más apropiados para cada contexto. Eso es lo que ocurre cuando se emplea el verbo  finalizar para decir que ha transcurrido el tiempo de vigencia de un plazo: «El miércoles finaliza el plazo para la presentación de enmiendas al proyecto» o «Ayer finalizó el plazo establecido por israelíes y palestinos para firmar el acuerdo». En estos casos, en lugar de  finalizar , hay en español otros verbos más adecuados como  vencer, expirar o  cumplirse : «El miércoles vence (o expira) el plazo para la presentación de enmiendas al proyecto» y «Ayer se

Pastillitas de saber

"De cierto modo" no es "en cierto modo"   La expresión en cierto modo , que significa ‘en parte’ o ‘de alguna manera’ , no equivale a de cierto modo , cuyo significado es ‘de una forma determinada’ , tal como explica el Diccionario panhispánico de dudas , de las Academias de la Lengua. Sin embargo, en algunas noticias se usan esas expresiones de manera impropia, como en los siguientes ejemplos: «La propuesta de gravar las ganancias de capital tiene muchos años y, de cierta manera, era algo esperado», «El debut con los Gigantes fue emocionante, pero de cierto modo muy distinto a lo que se imaginaba». Para indicar que algo no se especifica, se comprende o se conoce con precisión , las expresiones adecuadas son en cierto modo y en cierta manera , por lo que en los ejemplos anteriores lo apropiado habría sido «La propuesta de gravar las ganancias de capital tiene muchos años y, en cierta manera, era algo esperado», «El debut con los Gigantes fu

Espías en los libros electrónicos

El próximo 8 de febrero podemos ver en un solo plano a la Señora Dalloway conviviendo en Londres con Adrian Mole, Sherlok Holmes, Mary Popins o aquellas extrañas criaturas bautizadas por Elizabeth Beresford como Womble. Esta yuxtaposición de épocas y personajes es posible –o eso dicen sus creadores – en el Issue F del proyecto CurioCity, que se dedica a presentarnos los mapas más curiosos de la capital inglesa en papel.  Sus creadores han apelado a los personajes y lugares que han convertido a la ciudad en un referente literario. En la red también se busca identificar las preferencias de los lectores. Ahora es posible saber qué es lo que más le gusta a un lector, identificando las páginas que se saltó, lo rápido que leyó una historia o si, desinteresado, desertó. COLOMBIA Alfaguara rescata para Latinoamérica uno de los autores míticos de la literatura colombiana, bastante desconocido fuera del país.   Mi cuerpo es una celda   es la autobiografía de Andrés Caicedo (1951-1977), d