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Mostrando entradas de mayo, 2015

Pastillitas de saber

Ti, pronombre personal de segunda persona, se escribe sin acento ortográfico, a diferencia de lo que ocurre con mí y sí. En los medios de comunicación es muy habitual encontrar frases como «¡Va por tí, Wagner!», «Óscar 2015, la cobertura completa solo para tí» o «Lo que tus ojos dicen de tí». Los pronombres personales de primera y tercera persona mí y sí se escriben con una tilde diacrítica que permite diferenciarlos respectivamente del adjetivo posesivo mi (mi casa) y de la conjunción condicional si (si sales, abrígate), palabras átonas las dos. En el caso de ti, no hay confusión posible con ninguna otra palabra, por lo que se aplica la norma general de no tildar los monosílabos. Así pues, en los ejemplos anteriores lo adecuado habría sido escribir «¡Va por ti, Wagner!», «Óscar 2015, la cobertura completa solo para ti» y «Lo que tus ojos dicen de ti».

Desde el manicomio

El loco que ayudó a crear el Oxford Dictionary desde el manicomio El Diagnostic and Statistical Manual (DSM), que recoge las enfermedades mentales debería añadir, urgentemente, un epígrafe del tipo «locura por letras». Y en él debería aparecer la foto de William Chester Minor, nacido en 1834 en Ceilán, hoy Sri Lanka. El mismo lugar donde Horace Walpole escribió los Tres Príncipes de Serendip, que forjó el neologismo “serendipia” (algo así como hacer un hallazgo por chiripa cuando estás trabajando en otra cosa). Debido al esquinado estado mental de Minor, el ejército prefirió que renunciara a su rango como cirujano en la Guerra de Secesión para ingresar en un manicomio de Washington. Al parecer tanta sangre y crueldad fue demasiado para aquel cirujano neófito: asistió a las horribles heridas de miles de soldados que habían combatido cuerpo a cuerpo con mosquetón, bayoneta y sable, como en el peor episodio de The Walking Dead: no en vano, el regimiento que había asistido Minor p

Émile Benveniste: figura señera de la lingüística del siglo XX

Por Edgardo Castro Émile Benveniste no forma parte de esa lista de nombres que aparecen frecuentemente mencionados en los medios o de la de los autores de actualidad. Y, sin embargo, por su vida y sus escritos es uno de los grandes personajes del pensamiento contemporáneo. Nacido en Siria en 1902, emigra a París a la edad de once años, para ingresar a la Escuela rabínica. La abandonará rápidamente y ya no volverá a reencontrarse con su madre. En su juventud estuvo cerca del movimiento surrealista de Louis Aragon y André Breton. Fue director de estudios en la Ecole Pratique des Hautes Etudes, en París, donde se convirtió en el sucesor del célebre latinista Antoine Meillet, cuyo lugar también ocupó luego, en la cátedra de gramática comparada, convirtiéndose a los treinta y cinco años en profesor del Collège de France. Durante la guerra fue prisionero, al igual que su hermano finalmente deportado a Auschwitz. Emile logró evadirse y se exilió en Suiza, donde se desempeñó como

Ortega y Gasset. Última biografía

El encargo era un miura y Jordi Gracia lo ha lidiado con nervio y valor. Arrimado siempre al hombre y al pensador, ha elaborado un retrato integral del personaje. En José Ortega y Gasset, último volumen de la colección Españoles Eminentes que promueven Taurus y la Fundación Juan March, dice Gracia que ha querido humanizar a un escritor inhumano, de tan excepcional, así en su inteligencia como en su arrogancia, en su vitalidad, en su valentía, en su afán por combatir “el mugido ciego de la multitud”.  En esta biografía de Ortega pasan muchísimas cosas porque desfilan ochenta años de vida intelectual de España, y Gracia sitúa al lector en primera linea del desfile, o en su corazón mismo. Ya sabemos cómo vivía Ortega, lo que pensaba, lo que sentía, el whisky que le gustaba, las cartas que escribía a su novia, las que recibía, las diatribas intelectuales, sus arrogancias... No siendo el libro en absoluto una hagiografía, siendo posiblemente la biografía de Ortega que con más detall