La Organización Mundial de la Salud decidió en febrero llamar COVID-19 a la enfermedad causada por el coronavirus (acrónimo del inglés coronavirus disease, al que se añade el 19 por el año en el que se conoció el primer caso). La denominación adoptada por la OMS se escribe en mayúscula y con un guion antes de los dos dígitos, en línea con códigos similares recogidos en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, muchos acrónimos experimentan un proceso de lexicalización que los lleva a acabar convirtiéndose en palabras plenas que, si son nombres comunes, se escriben con todas sus letras minúsculas (sida, pyme, ovni y, si se trata de nombres propios, solo mantienen la mayúscula inicial (Unesco, Unicef…).
En el caso de COVID-19, esa lexicalización se está produciendo de forma acelerada y ya es frecuente, y no censurable, encontrarlo escrito en minúscula: covid-19. Esta forma, sin tilde, es la más habitual y se corresponde con la pronunciación aguda /kobíd/. Si se pronuncia como palabra llana, /kóbid/, el resultado de la lexicalización tendría que llevar tilde: cóvid-19.
En cambio, no es adecuada la grafía Covid-19, en la que se mantiene la mayúscula inicial, puesto que no se trata de un nombre propio, sino del nombre común de la enfermedad.
El guion forma parte del nombre establecido y nada impide conservarlo, pues, como explica la ortografía académica, «… en aquellas piezas léxicas constituidas por una combinación de segmentos de cifras y letras se han venido separando tradicionalmente dichos segmentos con guion».
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