Por Saúl Martinez
Este año se
conmemora el 30 aniversario luctuoso del escritor argentino Julio Cortázar.
Escritores y lectores alrededor del mundo, principalmente en América Latina,
recuerdan a una de las plumas más representativas de su época, que sin lugar a
dudas, marcó toda una a toda una generación; en el famoso boom literario
latinoamericano de los años cincuenta se vuelve un referente obligado, el cual
no se podría entender sin la presencia de Cortázar.
Como
ya es costumbre, la prensa especializada hizo recuentos de sus obras, de su
legado y de la importancia que éste tiene en las nuevas generaciones de
escritores hispanohablantes; en las redes sociales se divulgaron y compartieron
imágenes con frases suyas, o con fragmentos de algunas de sus obras; en los
medios de comunicación, radio, televisión, prensa escrita, así como en la red
cibernética, se recordó con mucho entusiasmo el día en que Julio Cortázar dejó
este mundo.
Sin
embargo, como suele suceder en esta modernidad en la cual se busca lucrar con
lo que sea, recordar a los grandes escritores o pensadores en los aniversarios
de sus muertes se está volviendo una actividad carente de sentido; con esto no
se quiere decir que no sea importante, sino que se habla de personajes que las
nuevas generaciones en realidad desconocen por completo. Los medios con
frecuencia citan los datos más curiosos de la vida de cada personaje, su lugar
de nacimiento y muerte, así como los libros más importantes escritos; pero la
gran mayoría deja del lado el contexto histórico-social en el cual escriben,
así como los elementos fundamentales de su pensamiento que se reproduce en sus
textos.
El
caso del escritor citado no es la excepción. Lo que se sabe de él es que nació
en Bruselas el 14 de agosto de 1914 y que murió el 12 de febrero de 1984 en
París, Francia. Se sabe que él es el autor de libros cuya importancia para la
historia de las letras a nivel mundial es incuestionable, tales como Historias
de Cronopios y famas (1962) y el imponente Rayuela (1963), éste último, quizá
su título más aclamado por propios y extraños. No obstante no muchos saben que
su primer titulo literario fue editado en 1938 con el nombre Presencia el cual
firmó bajo el pseudónimo “Julio Denis” y que además fue una compilación de
diversos sonetos.
Por
otro lado el escritor mencionado tuvo una importante actividad intelectual cuya
postura política fue en contra del gobierno del general Juan Domingo Perón;
Cortázar trabajó como profesor rural antes de obtener un lugar en la
Universidad Nacional de Cuyo, en donde impartió clases de literatura francesa.
A su plaza como profesor en dicha universidad se vio obligado a renunciar por
las diferencias ideológicas entre él y el régimen, cuando Perón ganó las
elecciones de 1946, y su gobierno intervino en la vida de las universidades;
tiempo después declararía: “Preferí renunciar a mis cátedras antes de verme
obligado a sacarme el saco, como les pasó a tantos colegas que optaron por
seguir en sus puestos”.
Impulsado,
quizá, por su libertad de conciencia, Cortázar, a pesar de la situación
política del país, usó el mejor medio que conocía para manifestar su desacuerdo
con el peronismo; ello lo llevó a publicar Los reyes (1949), Divertimento
(1949) y Bestiario (1951); la primera de estas tres publicaciones la hizo bajo
el pseudónimo que ya había usado en 1938.
A
raíz de lo sucedido en Argentina durante esos años, nuestro autor optó por
establecer su residencia en Paris, lugar en el que vivió desde 1952 hasta el
día de su muerte en 1984. La mayor parte de su gran producción literaria e
intelectual fue publicada en ese “autoexilio”. Sus viajes por el viejo
continente fueron constantes; hizo el relato de uno de ellos, de la mano de su
tercera compañera sentimental y con la que comparte la sepultura, el cual lleva
por titulo Los autonautas de la cosmopista (1982).
Es
interesante obervar los comentarios de la crítica especializada; una buena
parte lo ubica dentro del género literario del realismo mágico –en el cual se encuentra el celebre escritor
Gabriel García Márquez–, e incluso para muchos indudablemente se trata de
surealismo; esto se debe a que en sus escritos el autor transita de lo real a
lo imaginario y de lo imaginario a lo real. No obstante, en vida, el escritor
rechazó verse influenciado por alguna de las dos corrientes en las que ahora se
le encuadra.
Cortázar
fue y es un personaje enigmático, fuera de lo común, no sólo por su maravillosa
producción o por su importante legado, sino por el desarrollo mismo de su vida
personal. Emigrado de Suiza a los cuatro años, dedicado enteramente a la
literatura durante su estancia en Argentina, preocupado por la formación de un
libre pensamiento en las escuelas y universidades; ejerciendo la protesta a
través de las letras; exhiliado hacia Europa; casado en tres ocasiones;
poseedor de una mente incansable dedicada a conocer todo cuanto pudiese conocer
y experimentar; un intelectual que a pesar de la distancia a la que se había
obligado a estar, siempre estuvo interesado y en constante contacto con los
movimientos sociales presentes en América Latina. Aún su muerte es un misterio;
la versión oficial dice que murió a causa de leusemia, un padecimiento
sanguíneo; pero hay otra versión la cual afirma que estaba contagiado del
sindrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), y que finalmente le produjo la
muerte.
A
este escritor argentino se le deben también la traducción del inglés al español
de algunos libros del poeta norteamericano Edgar Allan Poe; también tradujo
varios libros del francés.
Un
año antes de morir, regresó de visita a Argentina poco después de que se estableciera
la democracia en ese país. Sin embargo las autoridades argentinas del momento
lo recibieron con la más completa indiferencia, situación que evidentemente
contrastó con lo sucedido en las calles, donde sus admiradores, que no eran
pocos, lo recibieron con afecto y aprovechaban el espontáneo encuentro para
solicitarle que les firmara y dedicara algunos de sus libros.
En
1981 el presidente francés François Mitterrand le otorgó la nacionalidad
francesa; Cortázar la tomó entre otras cosas, como una última forma de protesta
en contra del gobierno argentino, lo que justificó hasta cierto punto el trato
con el que fue recibido en la última visita que haría a tierras argentinas dos
años después. Su pensamiento crítico lo llevó a ser una molesta piedra en el zapato
de la administración gubernamental hasta el final de sus días.
Julio
Cortázar murió el 12 de febrero de 1984 en Paris; sus restos fueron sepultados
en el cementerio Montparnasse junto a su amada esposa Carol Dunlop.
Sin
lugar a dudas Julio Cortázar trasciende no sólo por su obra, sino también por
la constitución misma de su persona y del contexto en el que dio forma a su
legado. Un escritor cuya importancia sigue resonando a treinta años de su
partida. En este año que se conmemora no sólo su fallecimiento, sino también la
centuria de su natalicio, para los nuevos lectores y aún para los conocedores,
acercarse a Cortázar resulta indispensable para entender desde una nueva visión
que fue lo que nos dejó.
Fuente: Justa Revista digital
Gracias por compartírnoslo. Abrazos
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