Ir al contenido principal

Los tiempos de la narración

Resultado de imagen para tiempos de narracionEl espectro narrativo tiene numerosas aristas y coyunturas desde la que puede ser analizado un texto. Ya sea desde el tipo de narrador que usa, pasando por el tipo de lenguaje, el tema y hasta llegar a los tiempos de la narración. Como todos sabrán, narrar es el acto de contar algo; citando al DRAE, narrar es «contar, referir lo sucedido, o un hecho o una historia ficticios». Lo que, dicho en otras palabras, no es más que la necesidad humana de contar a sus compañeros algún hecho que, a diferencia de lo que diga la RAE, puede o no ser ficticio. Narrar va desde decirle a papá cómo nos caímos cuando teníamos tres años, hasta escribir un libro de gran extensión contando una historia épica de algún mundo lejano e imaginario.

Ahora bien, dentro de la narración como acto literario, nos encontramos con una amplia gama de aspectos que analizar y tomar en cuenta –como ya mencioné–, y uno de ellos vienen a ser los tiempos en la narración. ¿Qué es el tiempo narrativo? Sin ir demasiado lejos, el tiempo en una narración está determinado, a priori, por el tiempo verbal empleado y se divide en tres categorías: pasado - presente - futuro. Esos nombres son los más descriptivos, pero a lo largo de los años varios autores han propuesto otros nombres y una de las denominaciones más aceptadas son las usadas por Gérard Genette, que les llama narración ulterior, anterior, simultánea –análogas a los sustantivos que he utilizado respectivamente– y la simultánea.

Sin embargo, independientemente del término que se utilice, lo cierto es que un texto puede tener tres tipos diferentes de tiempos –que no son excluyen el uno al otro, puesto que se pueden combinar más de un tiempo en algún texto. Esto último, aunque no sea muy recomendado, resulta interesante para marcar con más énfasis algún paso del tiempo o jugar con la línea temporal, entre otros– y estos, a su vez, se corresponden al tiempo verbal pasado, presente y futuro.

Narración ulterior

Cuando en tu vida cotidiana le cuentas a alguien más alguna aventura o anécdota, ¿qué tiempo verbal sueles utilizar? Sí, todos aquellos tiempos que corresponden al pasado puesto que, en el mayor de lo casos, ya la anécdota habrá pasado y tú, como protagonista, necesitas dejar esa distancia temporal clara. Este tiempo verbal puede considerarse el más natural a la hora de contar alguna historia porque le da la sensación al lector de que el narrador está enterado, muy de antemano, de todo lo que va a suceder.

El siguiente extracto de «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez lo ejemplifica:

Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
Como podrán apreciar, en la novela el tiempo verbal está en pasado («Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas»).

Narración anterior

Esta narración es la que ocurre en un tiempo verbal futuro y es la menos común de todas. Su nombre viene a que se supone que el narrador está en un espacio-tiempo anterior al momento en el que ocurre la historia y, por lo tanto, decide narrarla en futuro. Genette no brinda ningún ejemplo de alguna novela narrada en su totalidad de esta manera.

Abrirá los ojos y lo verá metido hasta lo más profundo de las entrañas de la casa, que se lo estará comiendo sin ninguna clase de apuro, sin ninguna clase de presión. Y luego morirá en un charco inagotable de sangre espesa y viscosa debajo de ella.

Narración simultánea

Corresponde al tiempo verbal presente y su nombre se debe a que la historia ocurre a medida que el narrador la cuenta. Les lauriers sont coupés (1886) se toma como la primera representante del tipo e cuestión. El siguiente extracto de «Todos mis sueños, tuyos», de Sofía Olguín, lo ejemplifica:

A veces me gustaría poder desconectarme. Tener un botoncito rojo en el cuello, como los robots en las películas, y poder apagarme: no escuchar nada, no sentir nada, no ver nada. Sí, Alexis... eso existe: se llama dormir. No. No se llama dormir. Se llama morir, que es apagarse para siempre.

Narración intercalada

Ésta, añadida por Genette, no se corresponde a priori con ningún tiempo verbal y se refiere a la, también llamada, narración epistolar. Es decir, a la narración se hace de manera fragmentada y se inserta en distintos momentos de la acción. Suelen ser textos en forma de diario o una novela epistolar (en donde uno o más personajes cuentan la historia a través de cartas que se envían los unos a los otros). Un ejemplo de esto es la novela «Las ventajas de ser un marginado», de Stephen Chbosky.



Dentro de la narración no es exclusivo utilizar un solo tipo. Y por esto mismo tampoco se les llama de acuerdo a los tiempos verbales que más utilizan puesto que, por ejemplo, en la narración simultánea se usan con frecuencia los tiempos verbales futuro y presente. Y cualquier tipo de narración puede tener, en algún punto, una narración intercalada compuesta por una carta que el narrador quiere que el lector lea en su totalidad, algún extracto de periódico o de libro, entre otros. Y, a pesar de que la unión reiterada y constante puede ser desaconsejada y, en algunos casos, mal vista, no hay ninguna regla escrita que prohíba la unión y utilización de tiempos verbales simultáneamente.


Fuente: Daniel J. Oropeza para La cueva del escritor.

Comentarios

  1. Narración en futuro: Aura, de Carlos Fuentes.

    ResponderEliminar
  2. Confío en sus narraciones de qué no me equivoqué porque yo no sabía cuáles eran

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Esperamos tu comentario

Entradas populares