En la Argentina se publicaron libros de coyuntura e investigaciones sobre la guerra que se inició el 2 de abril de 1982; el volumen de ficciones tiene todavía, sin embargo, una escala modesta. Dos grandes novelas: Los pichiciegos y Las Islas, de Fogwil y de Carlos Gamerro, respectivamente; las crónicas firmadas por Edgardo Esteban y Daniel Kon (que dieron pie a los films "Los chicos de la guerra" e "Iluminados por el fuego"), los cuentos reunidos en Las otras islas. A partir de los años 2000, la ficción tomó aún más distancia de los sucesos y elaboró circunstancias de la guerra, imaginó consecuencias inesperadas, creó voces para la memoria de las víctimas. Ex combatientes protagonizan policiales -como en la novela Kelper, de Raúl Vieytes, o Determinación, de Pablo Bigliardi- o relatos de un periodista de provincia puesto a explicar crímenes ordinarios, como hace Pablo Bilsky en "Hedor", el primer relato de Herodes, así como también textos de Carlos Gardini o Liliana Bodoc. Elegimos algunos libros publicados en los años 2000 sobre la guerra en la que fallecieron, según consta en la nómina oficial, 649 compatriotas.
Carlos Godoy: La construcción (Momofuku, 2014)
Carlos Godoy, poeta y narrador, nació en Córdoba un año después de la guerra. "La hipótesis es que para los nacidos en democracia, las Malvinas no existen -dice el autor de La construcción-. Entonces es la construcción de un mundo irreal, medio fantástico, medio esotérico, en el territorio de Malvinas." La primera parte de una trilogía se ambienta en una base de operaciones constituida en una de las dos "manchas" simétricamente enfrentadas como las de las láminas de Rorschach. Hallazgo metafórico de La construcción: la ambigüedad y la estructura dudosa de los dibujos del test infiltra la constitución de las islas. En la segunda parte de la novela, un diario que registra una expedición que el protagonista y narrador de la novela realiza en busca de una ferretería industrial, se cuenta el encuentro con el mentor de la colectividad china, el maestro Chen Chin Wen. En la tercera parte, ya imbuida de mística, ciencia y delirio, una comunidad de náufragos-geólogos, el clan dominante de los casi científicos que intentan desentrañar qué son las islas, se abocan a descifrar las claves de un libro titulado como la novela: La construcción.
Patricia Ratto: Trasfondo (Adriana Hidalgo, 2012)
Patricia Ratto (Tandil, 1962) escribió su novela Trasfondo con un realismo tenso y claustrofóbico. Cuenta la historia de un grupo de treinta y cinco marinos que permanecen juntos en un submarino durante "treinta y nueve días de patrulla y ochocientas setenta y cuatro horas de inmersión", todo el tiempo cercados por un enemigo invisible al que, aunque atacan a ciegas, no pueden derrotar. Ratto estableció una nueva zona en las narraciones de la guerra de Malvinas, lejos de las trincheras o el continente. Mediante un lenguaje técnico que por momentos se convierte en metáfora de la propia historia narrada, recrea una pesadilla en el fondo del mar. Para la escritura de Trasfondo la autora entrevistó a catorce de los tripulantes del submarino ARA San Luis, a algunos de ellos en más de una oportunidad. Esa investigación se completó con la lectura de crónicas periodísticas, la visita al Museo de Submarinos de Mar del Plata y al submarino ARA Salta.
Guillermo Orsi: Segunda vida (Norma, 2011)
"Es una novela de aventuras, un 'western de Malvinas' -comenta Guillermo Orsi (Buenos Aires, 1946)-; una novela de aventuras existenciales, con personajes dados de baja de toda esperanza, que no esperan nada de la sociedad que los mandó a morir a las islas. Delincuentes menores que la policía recluta para un 'gran golpe'. Y es una novela de amor, como todos mis textos." Orsi señala que Segunda vida está por reeditarse en el exterior. La edición de Norma sólo se encuentra en bibliotecas públicas o, con suerte, librerías de usados. Está narrada en primera persona por un personaje al que llaman "el Porteño", otro sobreviviente de las islas, pero antes también de sí mismo. Los ex soldados argentinos, convertidos en parias por una sociedad que les dio la espalda, se toman revancha.
Sebastián Basualdo: Cuando te vi caer (Bajo la Luna, 2009)
La primera novela de Sebastián Basualdo (Buenos Aires, 1978) cuenta la vida de un ex combatiente de Malvinas a partir de la mirada de Lautaro, el joven protagonista de la novela, que la registra en su diario íntimo. La madre del narrador es la nueva pareja de Francisco Martoy. "Escribí Cuando te vi caer con la intención de abordar la problemática social de los excombatientes -me refiero a los jóvenes conscriptos- una vez finalizado el conflicto bélico y durante toda la década de 1990 -dice el autor-. A partir de la mirada de un adolescente cuyo padrastro había combatido en Malvinas, me propuse rendir cuenta no sólo del desamparo en el que quedaron por la falta de todo tipo de asistencia, tanto económica como psicológica, sino también, y por sobre todas las cosas, del modo en que nuestra sociedad asimiló la derrota durante una década entera en que se los podía ver mendigando en los transportes públicos, sosteniendo hasta la desesperación no caer en el último acto denunciante del suicidio, que como sabemos superó la cantidad de bajas durante la guerra." La novela de Basualdo, que se reeditó en 2014, propone un enfoque diferente acerca de los relatos heroicos y ensaya uno más parecido al que en verdad padecieron y padecen los ex combatientes.
Federico Lorenz: Fantasmas de Malvinas. Un libro de viajes (Eterna Cadencia, 2008)
Quizás en este libro de Federico Lorenz (Buenos Aires, 1970), historiador y autor además de Las guerras por Malvinas, entre otros títulos de ficción e historia, el lector encuentre el tono adecuado para pensar sobre Malvinas desde el presente. "Malvinas es la encrucijada para convocar a las ánimas, la tumba nunca cerrada del todo de un fantasma inquieto", escribe el autor al comienzo de su trabajo, donde narra un viaje a las islas en compañía de su hermano Germán. En el paisaje ventoso de las islas, Lorenz trata de encontrar claves de un episodio que condensa la historia con los mitos, los desencuentros con la pérdida y la patria con las tumbas de los soldados anónimos. Sobre su libro, la guerra de Malvinas y el Museo de Malvinas e Islas del Atlántico Sur (www.museomalvinas.gob.ar) que actualmente dirige, conversamos con Federico Lorenz.
¿Cómo ves la elaboración de la guerra en la literatura local?
Como se suele señalar, las reacciones literarias a la guerra tuvieron que ver con un rechazo al relato épico para hablar de la guerra, y un énfasis en la contradicción planteada por la convivencia entre la guerra y la dictadura. Pienso que puesto en relación con los climas de época, es lógico. Abrieron discusiones cerradas en otros planos, pero a la vez respondieron al humor social. Otra cosa, si lo pensamos en "libros", son las obras testimoniales, de las que hay muchísimas de calidad variopinta. Yo me ocupé literariamente de la guerra en Fantasmas de Malvinas y en Montoneros o la ballena blanca, un libro de crónicas de viaje y una novela respectivamente. Exploré otras cuestiones que me encontré en mi trabajo como historiador, pero desde la literatura: la posibilidad de una épica que no necesariamente pase por la idea de una "gesta nacional", sino valores que arman comunidad entre los hombres en guerra.
¿Creés que, a diferencia de otros "traumas históricos" como el del golpe de Estado de 1976, la guerra está menos trabajada?
Más que menos trabajada, lo que marca a Malvinas es la oscilación entre dos relatos para describir la experiencia bélica: el épico-patriótico y el victimológico. Con dos ingredientes más: la escasa visibilidad de las experiencias regionales o provinciales acerca del hecho político de la guerra y sus consecuencias. En relación con esto, entonces, más que "menos trabajada" lo que hay es poca circulación. Sin embargo, también es cierto que en el campo de las ciencias sociales son relativamente pocos los que han tomado Malvinas como tema. Sucede precisamente por lo anterior: en gran medida, hay temas que son dominantes porque tienen que ver con una sensibilidad de clase o grupo, con las empatías que generan. Por eso también la mirada conspirativa que dice que "Malvinas es algo que se oculta" medra también.
¿Cuáles son tus prioridades en el Museo de Malvinas e Islas del Atlántico Sur?
Mi principal prioridad es que el museo gane legitimidad entre nuestros compatriotas como un espacio de referencia para discutir en torno a Malvinas en cuanto al conflicto diplomático irresuelto y, a la vez, las experiencias y memorias de la guerra. Es un criterio que pretende ser federal e incluyente. Vamos a insertar "Malvinas" en la más amplia experiencia atlántica para facilitar la comprensión de lo que está en juego a partir de la disputa. En cuanto a la guerra, el 2 de abril lanzamos una convocatoria de participación ciudadana a través de la web para que donen sus fotos de época al museo, para armar nuestro archivo fotográfico. Es una primera forma de socialización del conocimiento y de colocación del Museo, que es nacional, como un espacio de articulación.
Fuente: Daniel Gigena publicado en La Nación
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