Troya
La Ilíada y La Odisea, poemas épicos que se transmitieron desde la época del antiguo cantor griego Homero, cuentan historias fantásticas sobre una guerra entre griegos y troyanos, y sobre el regreso a casa después de terminada la contienda. Son tan fantásticos, con sus vengativos dioses y peligros sobrenaturales, que resulta difícil para la gente de hoy considerar real cualquiera de sus episodios.
La Troya histórica estuvo habitada desde principios del III milenio a. C. Está situada en la actual provincia turca de Çanakkale, junto al estrecho de los Dardanelos (Helesponto), entre los ríos Escamandro (o Janto) y Simois y ocupa una posición estratégica en el acceso al Mar Negro (Ponto Euxino). En su entorno se encuentra la cordillera del Ida y frente a sus costas se divisa la cercana isla de Ténedos.
El legado de Homero
A pesar de contar con varias biografías y ciudades que se disputan su nacimiento, no hay vestigios que puedan acreditar con seguridad la existencia de un hombre llamado Homero. Y sin embargo, no hay duda de que las obras reunidas bajo su autoría constituyen la piedra angular sobre la que descansa la literatura occidental. La Ilíada y la Odisea, con sus dioses fieramente humanos, constituyen la narración de las dos grandes metáforas que nos definen a través de los siglos: la vida como lucha y la vida como viaje.
Sin importar si estos textos son alegóricos o si pretenden ser testimonio histórico de una época extinta, el rapto de Helena, el caballo de Troya, la cólera de Aquiles, el cíclope, Ulises y Penélope, han alimentado nuestra imaginación durante más de dos mil quinientos años, sirviendo de inspiración a autores posteriores de todas las épocas y geografías: Platón, Virgilio, al-Farabi, San Agustín, Avicena, Dante o Joyce, entre muchos otros.
Con erudición prodigiosa, Alberto Manguel persigue el legado de Homero a través de las cimas literarias de todos los tiempos, ofreciéndonos este maravilloso libro con el que nos muestra que las pasiones que laten en ambos poemas son sentimientos comunes a toda la humanidad.
ATLÁNTIDA
Las primeras referencias a la Atlántida aparecen en el Timeo y el Critias, textos en diálogos del filósofo griego Platón. En ellos, Critias, discípulo de Sócrates, cuenta una historia que de niño escuchó de su padre y que este, a su vez, supo de Solón, el venerado legislador ateniense, a quien se la habían contado sacerdotes egipcios en Sais, ciudad del delta del Nilo. La historia, que Critias narra como verdadera,se remonta en el tiempo a nueve mil años antes de la época de Solón, para narrar como los atenienses detuvieron el avance del imperio de los atlantes, belicosos habitantes de una gran isla llamada Atlántida, situada frente a las Columnas de Hércules y que, al poco tiempo de la victoria ateniense, desapareció en el mar a causa de un terremoto y de una gran inundación.
En el Timeo, Critias habla de la Atlántida en el contexto de un debate acerca de la sociedad ideal; cuenta cómo llegó a enterarse de la historia y cómo fue que Solón la escuchó de los sacerdotes egipcios; refiere la ubicación de la isla y la extensión de sus dominios en el mar Mediterráneo; la heroica victoria de los atenienses y, finalmente, cómo fue que el país de los atlantes se perdió en el mar. En el Critias, el relato se centra en la historia, geografía, organización y gobierno de la Atlántida, para luego comenzar a narrar cómo fue que los dioses decidieron castigar a los atlantes por su soberbia. Relato que se interrumpe abruptamente, quedando inconclusa la historia.
Los textos de Platón sitúan la Atlántida frente a las Columnas de Hércules (lugar tradicionalmente entendido como el estrecho de Gibraltar) y la describen como una isla más grande que Libia y Asia juntas.Se señala su geografía como escarpada, a excepción de una gran llanura de forma oblonga de 3000 por 2000 estadios, rodeada de montañas hasta el mar. A mitad de la longitud de la llanura, el relato ubica una montaña baja de todas partes, distante 50 estadios del mar, destacando que fue el hogar de uno de los primeros habitantes de la isla, Evenor, nacido del suelo.
Según el Critias, Evenor tuvo una hija llamada Clito. Cuenta este escrito que Poseidón era el amo y señor de las tierras atlantes, puesto que, cuando los dioses se habían repartido el mundo, la suerte había querido que a Poseidón le correspondiera, entre otros lugares, la Atlántida. He aquí la razón de su gran influencia en esta isla. Este dios se enamoró de Clito y para protegerla, o mantenerla cautiva, creó tres anillos de agua en torno de la montaña que habitaba su amada.La pareja tuvo diez hijos, para los cuales el dios dividió la isla en respectivos diez reinos. Al hijo mayor, Atlas, le entregó el reino que comprendía la montaña rodeada de círculos de agua, dándole, además, autoridad sobre sus hermanos. En honor a Atlas, la isla entera fue llamada Atlántida y el mar que la circundaba, Atlántico.
Favorecida por Poseidón, la isla de Atlántida era abundante en recursos. Había toda clase de minerales, destacando el oricalco, rara aleación natural de oro y cobre; grandes bosques que proporcionaban ilimitada madera; numerosos animales, domésticos y salvajes, especialmente elefantes; copiosos y variados alimentos provenientes de la tierraTal prosperidad dio a los atlantes el impulso para construir grandes obras. Edificaron, sobre la montaña rodeada de círculos de agua, una esplendida acrópolis plena de notables edificios, entre los que destacaban el Palacio Real y el templo de Poseidón Cada viaje hacia la ciudad era vigilado desde puertas y torres, y cada anillo estaba rodeado por un muro.
Los muros estaban hechos de roca roja, blanca y negra sacada de los fosos, y recubiertos de latón, estaño y oricalco. Finalmente, cavaron, alrededor de la llanura oblonga, una gigantesca fosa a partir de la cual crearon una red de canales rectos, que irrigaron todo el territorio de la planicie. Construyeron un gran canal, de 50 estadios de longitud, para comunicar la costa con el anillo de agua exterior que rodeaba la metrópolis; y otro menor y cubierto, para conectar el anillo exterior con la ciudadela.
El Critias señala que los dioses decidieron castigar a los atlantes por su soberbia, pero el relato se interrumpe en el momento en que Zeus y los demás dioses se reunen para determinar la sanción.Sin embargo, habitualmente se suele asumir que el castigo fue un gran terremoto y una subsiguiente inundación que hizo desaparecer la isla en el mar “en un día y una noche terribles”, según señala el Timeo.
Asgard
En la mitología nórdica Asgard es la tierra en la que moran Los Ases, poderosos dioses comandados por Odín. Varios edificio maravillosos se levantan allí, Bliskirnir, el castillo de Thor; los salones de Valhada, lugar al que van los guerreros que mueren en combate; y Vingolf, centro de reunión de las diosas.
Un puente con forma de arco iris llameante comunica Asgard con la tierra de los hombres. El puente es vigilado por el dios Heimdall durante el día y la noche.
Las fuentes primarias sobre Asgard provienen de la Edda prosaica, escrita en el siglo XIII por el escritor islandés Snorri Sturluson, y de la Edda poética, compilada también en el siglo XIII, sobre una base de poemas escáldicos mucho más antiguos.
Völuspá, el primer poema de la Edda, menciona varias de las características y lugares del Asgard descrito por Snorri, como por ejemplo, Yggdrasil y Iðavöllr.
Yggdrasil (o Yggdrasill) es un fresno perenne: el árbol de la vida, o fresno del universo, en la mitología nórdica. Sus raíces y ramas mantienen unidos los diferentes mundos: Asgard, Midgard, Helheim, Niflheim, Muspellheim, Svartalfheim, Alfheim, Vanaheim y Jötunheim. De su raíz emana la fuente que llena el pozo del conocimiento, custodiado por Mímir.
A los pies del árbol se encontraba el dios Heimdall que era el encargado de protegerlo de los ataques del dragón Níðhöggr y de una multitud de gusanos que trataban de corroer sus raíces y derrocar a los dioses a los que este representaba. Pero también contaba con la ayuda de las nornas que lo cuidaban regándolo con las aguas del pozo de Urd. Un puente unía el Yggdrasil con la morada de los dioses, el Bifröst, el arco iris, todos los dioses cruzaban por él para entrar en el Midgard.
Yggdrasil rezuma miel y cobija a un águila sin nombre que entre sus ojos tiene un halcón que se llama Veðrfölnir, a una ardilla llamada Ratatösk, a un dragón llamado Níðhöggr y a cuatro ciervos, Dáinn, Dvalin, Duneyrr y Duraþrór. Cerca de sus raíces habitan las nornas.
Iðavöllr es un lugar mencionado en dos oportunidades en Völuspá. Primero, al comienzo del poema durante la creación del mundo, como una mítica planicie en donde está construido el Asgard, luego sobre el final del poema, después de los eventos del Ragnarök. Nuevamente es el lugar de reunión de los dioses, sin embargo muchos murieron en los eventos anteriores, durante la batalla. Los sobrevivientes construyen una nueva ciudad en Iðavöllr :
Los dioses en Iðavöllr | se reunieron,
De la terrible sierpe | de la tierra, hablaron
Y el poderoso pasado | recordaron,
Y las antiguas runas | del Regente de los Dioses.
Völuspá, estrofa 60, Edda poética.
ÁVALON
La leyenda sitúa Ávalon en algún lugar no especificado de las Islas británicas, aunque ya a principios del siglo XI algunas de las tradiciones artúricas indican que este lugar puede estar situado en Glastonbury, donde antes de que la zona de la llanura de Somerset fuera dragada, existía una colina (Glastonbury Tor) que se elevaba como una isla en medio de los pantanos. Según el cronista medieval Giraldus de Cambrai, Durante el reinado de Enrique II, el abad Hernry de Blois patrocinó una búsqueda en la zona, lo que, al parecer, llevó al descubrimiento de un enorme ataúd de roble con una inscripción que rezaba Hic iacet sepultus iclitus rex Arthurus in insula Avalonia. ("Aquí yace sepultado el Rey Arturo, en la isla de Ávalon"). De Cambrai cuenta cómo los restos fueron trasladados en una gran ceremonia a la que asistieron el Rey Eduardo I y su consorte, y, según él, ahora estarían en el altar mayor de la abadía de Glastonbury, sitio que se convirtió en un foco de peregrinaje hasta la reforma anglicana.
En cualquier caso, actualmente se considera que la asociación de Glastonbury y Avalón no es sino un fraude. Los motivos son varios, entre ellos la propia inscripción, que parecería más adecuada al estilo del siglo X, muy lejos de los siglos V y VI en el que presuntamente Arturo vivió y murió. Por no mencionar la falta de referencias contemporáneas al descubrimiento, hecho que no habría pasado desapercibido. Todo esto hace pensar que la historia fue creada por la misma abadía para aumentar su reputación.
Algunos estudiosos de las leyendas artúricas han situado Avalón en la Ile Aval, en la costa de la Bretaña, mientras que otros la han ubicado en Burgh-by-Sands, en Cumberland, junto a la muralla de Adriano, donde se levantó el fuerte romano de Aballava, y otros más cerca de Camboglanna, en lo que ahora se llama Castlesteads.
"El último sueño de Arturo en Avalón". Edward Burne-Jones. |
En cualquier caso, como se ve, muchos son los que reclaman para sí la verdadera ubicación de Avalón, la isla de las manzanas. Parece que las brumas de Avalón cubren con su mítico velo el lugar de reposo de Arturo Pendragon. Tras la batalla con Mordred, Arturo, moribundo, fue llevado a Avalón por Morgana, la hechicera y hermanastra del rey. En la barca de Morgana iban varias mujeres: Algunas conocidas (Igraine, Elaine, Nimue) y otras cuyos nombres no se mencionan (La Reina de Gales del Norte, la Reina de las Tierras Baldías o la Reina de las Tempestades). En algunas leyendas sólo tres hadas escoltan al rey a la Isla de los Manzanos. Se dice que Arturo fue acostado en una cama dorada y el Hada Morgana sigue velando el cuerpo de su hermano. También se piensa que Ávalon y el mundo nórdico de Helheim son el mismo lugar pero con distinto nombre.
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