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Esta noche...cine

Fuente: La nación y Suite 101.

Una noche Pierre va a compartir con su nuera, Chloe, un gran secreto que lo persigue desde hace 20 años, el que lo pone frente a sí mismo, a sus contradicciones, a sus elecciones y a su rol de hombre. Conoceremos la vida de un hombre que no se animó a apostar al amor, eligiendo el camino más seguro. Un encuentro movilizador, frente a frente, entre un hombre y su nuera durante un fin de semana de confidencias plagado de recuerdos, nostalgia y arrepentimientos.

La joven mujer acepta que deben marcharse. El hombre la acompañará. Es tarde en la noche, los niños se han quedado dormidos y el coche avanza sobre la oscura ruta. Luego de una nocturna parada en una desolada estación de servicio, los cuatro fugitivos llegan a una casa en la montaña que hará las veces de aguantadero, ¿de qué huyen?

Breitman dirige La quise tanto

La directora Zabou Breitman escoge este notable comienzo para contar La quise tanto (Je L'Aimais). Como si se tratara de una desesperada huida de persecuciones políticas o militares, Breitman logra “corporizar” la desesperación que produce otro tipo de dolor. Por eso, tras haber atravesado esos primeros minutos sin saber quiénes son los personajes y cuál es el drama que los persigue, el espectador no podrá menos que sorprenderse cuando se entere que mujer y hombre son nuera y suegro: Chloe ha sido abandonada por su esposo, quien la ha dejado por otra mujer; y Pierre la acompaña para compartir la decepción y cuidar de sus nietos.


La quise tanto es un filme de extraña construcción. Porque al momento de escribir una sinopsis, todo lo anterior, más de media hora de película, queda afuera: Pierre (Daniel Auteuil) le dirá a Chloe (Florence Loiret Caille) que haber sido abandonada es lo mejor que pudo pasarle (¿es esa reflexión la que lo ha llevado a acompañarla?). Entre cigarros, vinos y leña en el hogar, comenzará el relato de su propia experiencia, ocurrida veinte años atrás, cuando conoció al amor de su vida, Mathilda (Marie-Josée Croze), y no se animó a ir por él.

Breitman cuenta la otra visión. Ya no desde “el abandonado”, sí, el que ha sido engañado y burlado, para posar la cámara detrás de “el abandonador”, el que ha dejado mujer, niños, un hogar entero, para ir detrás de algo tan intangible como es el amor.

Una película de momentos 

Su audacia conceptual (“No es que la haya dejado de amar. Es que empecé a amar a otra persona, quizá porque hay lugar”), compite con su paciencia narrativa. El filme comenzará a perder intensidad a medida que ningún conflicto quede por resolver. Luego de ese intrigante comienzo de fuga, todo ha quedado claro, solo resta por conocer el cómo. Breitman ha armado una película de momentos, de escenas, entre las que habrá grandes secuencias (el momento en el que el joven Pierre conocerá a la otra mujer es una larga y brillante escena de amor) y otras menos logradas.








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