Eran jovencitos los dos cuando se conocieron en París, en 1956, en un departamento abarrotado de gente, y los demás invitados les dieron espacio y se arracimaron alrededor esperando el gran enfrentamiento. Ninguno de los dos superaba el metro sesenta, pero uno era blanco y morrudo como un Kohinoor y el otro era un negro puro ojo, flaquito como una nena. Eran las dos mentes más brillantes y afiladas de su generación, y los dos lo sabían. Norman Mailer miró a James Baldwin y le preguntó si ser negro, pobre y puto era una ventaja o una desventaja como escritor. Baldwin le contestó con su famosa voz envolvente (Langston Hughes dijo una vez que Baldwin usaba las frases como el mar usa las olas): “Me he pasado la vida mirando al hombre blanco norteamericano igual que tú, Norman, tú para competir y yo para sobrevivir, pero los dos queremos lo mismo: joderlo bien jodido”. Se hicieron amigos al instante, para la decepción general. Mailer estaba escribiendo El negro blanco: decir que estaba int...