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Literatura distópica: cuando el futuro es una pesadilla

1984
Una antología recoge doce relatos distópicos y reivindica el potencial de la literatura fantástica en castellano

Ahora que la distopía se viste de gala y se prepara para entrar en el Diccionario de la RAE por obra y gracia del académico y flamante Premio Nacional de Narrativa de 2013, José María Merino, nada mejor que hincarle el diente a «Mañana todavía» (Fantascy), inquietante antología que reúne una docena de visiones de un porvenir más que preocupante. He aquí la distopía, según la definición oficial que el propio Merino ha avanzado recientemente, como «representación imaginaria de una sociedad futura con características negativas que son las causantes de alienación moral».

Una descripción que le viene como anillo al dedo a esta colección de relatos en la que autores como Marc Pastor, Emilio Bueso, Rosa Montero, Javier Negrete, Laura Gallego, Félix J. Palma, Elia Barceló o el propio Merino, entre otros, ahondan en esa sociedad tocada y hundida que estaría (¿o está?) por venir. La literatura como reflejo de un mañana que inspira cualquier cosa menos confianza. «Intuía que la gente estaba en una situación conflictiva con el presente y que existía una visión escéptica del futuro fruto de la crisis. Hemos tenido un comienzo de siglo muy decepcionante, y precisamente donde mejor funciona la ciencia ficción es en aquellos géneros que más cuestionan el presente», explica el periodista y escritor Ricard Ruiz Garzón, editor y responsable de «Mañana todavía».

Antídoto contra el futuro

Al hablar de géneros, Ruiz Garzón se refiere a la ucronía -o cómo reescribir el pasado para imaginar escenarios históricos alternativos-, el retrofuturismo -o la visión nostálgica de un futuro que aún se presenta como algo halagüeño- y, cómo no, la distopía, acaso el género que mejor casa con la denuncia social y la crítica política.

Farenheit 451
«No hay mejor antídoto contra el futuro distópico que la propia difusión de la distopía», añade el responsable de esta antología en la que el mañana lo mismo presenta a una humanidad al borde de la extinción por una invasión de eucaliptos (Marc Pastor) que navega a la deriva por una planeta anegado (Emilio Bueso, Laura Gallego), amputa cualquier intento de escapar de lo políticamente correcto mientras rinde homenaje a Ray Bradbury (Javier Negrete), hinca la rodilla ante la tecnología (José María Merino) o proyecta una realidad absurdamente asumible (Félix J. Palma).

Un nuevo mandoble a esta utopía que ya se encargaron de desactivar obras de culto como «Un mundo feliz», de Aldoux Huxley; «1984», de George Orwell; y «Farenheit 451», de Ray Bradbury, trilogía fundacional del género y santísima trinidad de la literatura distópica, y que los autores participantes en «Mañana todavía» llevan a su terreno aprovechando una coyuntura económica, social y política especialmente propensa a «futuros chungos», como les diría el escritor Javier Negrete a sus alumnos.

«Sí que es cierto que la distopía suele aparecer en épocas de crisis, ya sea por la aparición de regímenes totalitarios, la amenaza nuclear, la crisis del petróleo... La ciencia- ficción que se ha hecho entre esos períodos ha sido más recreativa», señala Ruiz Garzón, quien señala como detonante de este boom distópico desde la trilogía de «Los juegos del hambre», de Suzanne Collins, hasta el impacto de series como «Black Mirror».

Visiones poco o nada apetecibles del futuro y de la sociedad que, en «Mañana todavía», hacen especial hincapié en la tecnología y, cómo no, en sus consecuencias. «Casualidad o no, buena parte de las narraciones ponen el foco distópico en la tecnología más inmediata: móviles, pantallas, redes sociales e incluso libros electrónicos son vistos por los autores como futuras fuentes de dependencia», subraya Ruiz Garzón.

Juegos del hambre
Un buen ejemplo lo encontramos en «WeKids», relato de la valenciana Laura Gallego en el que los recién nacidos ya poseen un perfil virtual antes incluso de aprender a gatear. «Los adultos podían mirar, podían navegar por sus páginas y perfiles, pero no tenían posibilidad de intervenir de ninguna manera», escribe Gallego. Aterrador, ¿verdad?

Anticipación y ciencia ficción


No se trata de arrimarse al boom de la distopía, sino de poner en valor los autores de aquí «que han cultivado el género hasta convertirse en referentes». Por eso «Mañana todavía» reúne a veteranos del género (Elia Barceló, Rudy Martínez, Javier Negrete, Juan Miguel Aguilera), nuevos clásicos de lo fantástico (Marc Pastor, Laura Gallego, Emilio Bueso, J. J. Muñoz Rengel, Susana Vallejo, Félix J. Palma) y figuras transversales (José María Merino y Rosa Montero) para dibujar un futuro que, quién sabe, quizá no llegue a ser nunca presente.


Fuente: David Morán, Barcelona

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