Un catorce de febrero de un año incierto, la magia comenzó a gestarse dentro de una señorial casona cercana a la estación Vicente López. Se asoma así entre nosotros una historia de amor inesperada que suspira altas dosis de entusiasmo y desilusión dentro del espacio de lo maravilloso.
Mi personaje favorito tiene la cualidad de ir desanudando una historia envolvente y acogedora como un largo abrazo, acaso podríamos decir que se trata de una novela de amor escrita en clave fantástica. La trama nos presenta a una heroína inexperta en las artes amatorias que obligada a causa de su profesión —Brenda Dikinson es escritora— a urdir una novela romántica, se encuentra ante el obstáculo de representar una experiencia que no ha conocido aún y, por ello, supone que tal vacío le traerá dificultades con la verosimilitud. Sin embargo, en el camino hacia esa composición irá construyendo también su propio destino para descubrir que sus deseos más profundos y contradicciones habrán contribuido, muy a su pesar, en la concepción de sus dos personajes principales.
Un texto dentro de otro, una ficción que se vuelve real y una realidad que se asemeja a una invención es el resultado de una imaginación frondosa y juvenil que recorre con mucha sensibilidad y humor una especie de educación sentimental donde el punto de partida y la cifra del mundo real se asientan en la propia escritura.
Desde allí y solo desde allí, el universo tejido por Dikinson es posible, por ello, el lenguaje empleado tiene la idiosincrasia de lo literario en cada rincón del texto, y denota una clara influencia de los grandes clásicos del género (incluso se los nombra de manera explícita), por todo eso Mi personaje favorito se lee con creciente tensión e interés, producto de una estructura dramática que funciona de manera aceitada.
El lector encontrará, además, algunas reflexiones sobre el amor y el desapego, las relaciones familiares y amorosas, el miedo a crecer, la imposición de los modelos sociales y los estereotipos que sobre la pareja, el hombre y la mujer pululan entre nosotros como imposiciones absurdas; una escritura que indaga mediante una perspectiva eminentemente femenina todos estos tópicos que discurren en el texto, valiéndose de un tono que por momentos recuerda la atmósfera y los escenarios (sobre todo la casa donde vive la protagonista) de las novelas de Austen, pero en la Argentina de las redes sociales y los reencuentros con excompañeros de estudio.
Dentro del espacio narrativo donde las peripecias románticas tienen un peso tan importante como la desilusión, un elemento fantástico irrumpe para instalar algo más que una historia de amor corriente, revelando situaciones casi cinematográficas que enderezan la trama con la verosímil naturalidad de lo imposible.
Mi personaje favorito nos brinda una lectura ágil que podrá, sin dudas, ser atractiva para todos los lectores.
La autora
Jennifer Diggs es redactora especializada en textos literarios. En 2009 publica Copos de nieve en Buenos Aires. Cuentos nuevos para niños nuevos (Dunken), donde colabora con algunos relatos su abuelo, el escritor Pedro Vives Heredia. En el 2012 y en la misma editorial repetirán la experiencia con Encuentros y desencuentros con escritores, una recopilación de relatos y anécdotas sobre escritores y pensadores admirados por ambos. El año anterior sale a las librerías su primera novela Suyana, boleto a las nubes (Dunken, 2011), finalmente, en octubre del 2014 llega Mi personaje favorito publicada también por Editorial Dunken.
Entrevista
Correctores en la Red.: ¿Cómo ha sido la experiencia de la gestación de este nuevo libro tuyo?
Jennifer Diggs: Mi personaje favorito nació como un
talismán mágico para ayudarme. Quería darme la oportunidad de vivir el amor,
aunque fuera solamente dentro del campo de mi imaginación. Por otro lado, mi
mamá me pedía hacía un tiempo que le escribiera una novela para ella. Me
pareció una experiencia divertida jugar con mis sueños, con el género romántico
y con mis propias experiencias. Y la verdad, una vez que nació, fue creciendo y
desarrollándose por sí mismo.
C: ¿Cuáles son tus influencias literarias? ¿Alguna de ellas incidieron en la escritura de esta novela?
J. D.: He leído de todo, pero tengo preferencia por
la literatura británica. Mi mamá quería una novela romántica, he leído de ese
género las novelas de Victoria Holt, a nuestra escritora Florencia Bonelli, a
las Brönte, a Austen; leí obras como Lo
que el viento se llevó o La guerra y
la paz. Sabía bien lo que mi mamá
quería, pero la pluma propone y los personajes disponen; creo que no era una
novela romántica lo que Mi personaje
favorito debía ser. Así que, supongo que no me influenciaron mucho. Tal vez
me influenció más el cine, películas como las de Woody Allen; La rosa del Cairo, que la vi cuando era
chica, o una en la que el escritor hablaba con los fantasmas de sus esposas.
C: ¿Hay mucho o poco de vos en Brenda Dikinson?
J. D.: Creo que hay algo de mí en cada personaje.
Escribir es como jugar. De chica jugaba con mis amigas, yo inventaba la
historia, yo hacía de mi personaje, le inventaba el diálogo que tenía que decir
mi amiguita, luego hacía de la bruja, de los príncipes… Lo mismo hago cuando
escribo, soy quien querría ser, quien soy y quien no soy. Soy escritora como
Brenda, soy culposa como Brenda, quiero encontrar el amor, como Brenda, me
gustaría ser más aventurera como Amanda y tener su éxito con los hombres.
C.: En tu novela, la libreta mágica de Brenda materializa todos sus deseos, desde artefactos cotidianos como el mobiliario y prendas de vestir hasta la invención del hombre perfecto. ¿Qué peligros o beneficios tendría esa libreta de existir en la realidad?
J.D.: Creo que el peligro de poder controlarlo todo
es que eliminás la posibilidad de que la vida te sorprenda, y no hay nada más
lindo que eso. El otro problema, es que en general no sabemos bien lo que
realmente necesitamos.
C.: ¿Cuán mágica y sorprendente puede ser para vos la escritura como oficio y elección de vida?
J. D.: Yo vivo escribiendo, incluso cuando solo lo
hago en mi mente. Creo que ser escritora no es mi profesión, sino parte de mi
personalidad. Me define. Para mí la escritura es como la espada de Giman, es mi
arma, mi escudo, mi refugio, ¡todo eso!
C.: En la novela irrumpe un elemento fantástico cuando Dikinson penetra en el mundo de su propia ficción: "Un libro sin final, nudo ni movimiento alguno" donde está "obligada a mirar", ¿cuánto de ello creés que sucede con el escritor que se enfrenta a la página en blanco?
J. D.: Bueno, yo no creo en eso de la página en
blanco. Al menos a mí nunca me pasó eso de tener miedo a que no se me ocurra
nada. Siempre tengo algo que quiero decir. Creo que ese momento de Brenda en la
novela tiene más que ver con el miedo a la vida misma. Miedo a que nada suceda,
a quedarse detenido en un estado depresivo. Experimentar momentos en los que te
quedás quieta, ves la vida pasar y no tenés fuerzas para volver a ella. La página
en blanco de la vida es la que me asusta.
C.: En un capítulo de la novela hay un mundo paralelo donde, insospechadamente, un personaje crea escenarios para su propio autor que no puede impedir someterse a sus caprichos. ¿Considerás esto una metáfora de la escritura o todo lo contrario?
J. D.: Sí, es una metáfora. Generalmente, nos
sentimos dueños de nuestros propios actos y nos olvidamos que hay miles de
otros poderes que están influenciando y dirigiendo nuestro destino. En la
novela, este giro representa cómo a veces yo misma me he sentido presa de los
caprichos de alguien superior.
C.: ¿Estás preparando algún libro en la actualidad?
J. D.: Sí, estoy trabajando con diferentes nuevas
ideas. Pienso seguir experimentando con este cruce entre realidad y fantasía, y
me propongo escribir una verdadera novela romántica en el futuro, una como la
que quería mamá.
C.: ¿Cuál es tu personaje favorito de la literatura universal?
J. D.: Mi personaje favorito pienso que sería Jo, de Mujercitas, porque me sentía muy
identificada de niña. La imagen de ella escribiendo en el ático puede haberme
influenciado bastante en el deseo de ser una escritora.
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