Un sicofante (sukophantes) era en la Grecia antigua un delator profesional. El diccionario de la Real Academia registra también el término sicofanta.
En la antigua ciudad griega, la organización del Estado y la formulación del Derecho eran muy diferentes de los que hoy conocemos. Por ejemplo, no existían los fiscales, de manera que cualquier ciudadano podía acusar a otro ante la Asamblea del Pueblo, la Eklesía (cuyo nombre dio origen a la palabra iglesia) aunque, como ocurre aún hoy, a muchos les gustaba la función más que a otros y la ejercían regularmente y con cierto deleite. Eran los sicofantes o sicofantas, que hoy llamaríamos según los casos acusadores, delatores o soplones. Los sicofantes cumplían ciertamente una función social en la sociedad griega, aunque la moderna institución de la fiscalía los haya tornado hoy seres despreciables en ciertas circunstancias.
Fueron sicofantes los que acusaron a Sócrates de no creer en los dioses del Olimpo, acusación que lo llevó a ser condenado a muerte mediante la ingestión de cicuta, el veneno extraído de la planta del mismo nombre.
Etimológicamente, los sicofantes son mostradores de higos (o de vulvas). ¿Suena algo confuso? Es que antiguamente la palabra griega sykon (higo) se usaba además para referirse metafóricamente al órgano genital externo femenino y también al gesto, considerado indecente, de ponerse el pulgar dentro de la boca. Ése era también el gesto que los sicofantes solían hacer para indicar la culpabilidad de un delincuente. Esto en cuanto a la primera parte de la palabra; la segunda, fantes, proviene del griego phantes (el que muestra), palabra que también está en el origen de fantasma. Pero ésa ya es otra palabra que quedará para otro post...
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