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El nacimiento de la lingüística “científica”


Hay consenso entre los historiadores de la lingüística en considerar que el nacimiento de la lingüística “científica” en el mundo occidental tuvo lugar a principios del siglo XIX. En efecto, a lo largo de ese siglo los hechos del lenguaje se empezaron a analizar de manera cuidadosa y objetiva, y se comenzaron a ser explicados a partir de hipótesis inductivas (es decir, hipótesis que derivaban de esos hechos).


La gramática especulativa de los escolásticos y de sus sucesores de Port Royal puede considerarse “científica” de acuerdo a cómo se entendía en ese tiempo el “conocimiento seguro”: sus demostraciones causales de por qué las lenguas eran como eran estaban basadas en principios que se suponían universalmente válidos. Este modo de pensar, sin embargo, entró en crisis a finales del siglo XVIII, cuando se produjo una insatisfacción general respecto de las explicaciones a priori y las llamadas explicaciones lógicas, y comenzó entonces a surgir una preferencia por el razonamiento de tipo histórico. Este cambio de “mirada” no se restringió al estudio del lenguaje sino que se extendió al estudio de todas las instituciones humanas, bajo la evidencia de que todas ellas se hallaban sujetas a evolución y cambio.

Otro aspecto sociocultural de envergadura para entender el desarrollo de la lingüística durante el siglo XIX fue el romanticismo, que se desarrolló a finales del siglo XVIII, con epicentro en Alemania. Tal movimiento fue una reacción contra el clasicismo y el racionalismo del siglo precedente, y llevó a los intelectuales y estudiosos de la época a indagar en la propia historia y la propia literatura en búsqueda de nuevos cánones de valores literarios. En Alemania, por ejemplo, esto se reflejó en un importante interés por el estudio de las lenguas germánicas antiguas (gótico, antiguo alto alemán, etc.). Herder (1744-1803) sostuvo que existe una conexión estrecha entre lengua y carácter nacional, idea que profundiza W. Humboldt (1767-1835) en su tesis acerca de que cada lengua tiene su estructura distintiva propia, que refleja y condiciona los modos de pensamiento del pueblo que la usa.


En términos generales puede decirse que la ciencia lingüística durante este siglo estuvo marcada por los logros de las ciencias naturales y de la historia (romanticismo) en un primer momento; luego será la psicología la ciencia que impacte fuertemente en la lingüística influida (en los Neogramáticos) y más tarde, entrando en el siglo XX, la sociología (Meillet/Saussure).


La tradición gramatical india


Sánscrito
Uno de los principales factores del desarrollo de la lingüística del siglo XIX –a la que algunos autores, como Lyons, denominan genéricamente como la “filología comparativa”- fue sin lugar a dudas el descubrimiento y la toma en consideración de la tradición gramatical india o hindú por estudiosos europeos.

Distintos historiadores de la lingüística coinciden en señalar que hay dos aspectos en los cuales la lingüística india puede considerarse superior a la gramática tradicional occidental: en los estudios sobre fonética y sobre la estructura interna de la palabra. Los estudios gramaticales indios parecen haber tenido su origen en la necesidad de preservar intacto no sólo el texto, sino también la pronunciación de los himnos védicos, cuya precisa y segura recitación se consideraba esencial para su eficacia en el ritual hindú. Se considera que la clasificación hindú de los sonidos fue más detallada, segura y sólidamente basada en la observación y el experimento que cualquier otra en Europa. Sólo en las últimas décadas del siglo XIX la ciencia fonética en Europa alcanzó relevancia, por la influencia del descubrimiento y la traducción de los tratados lingüísticos hindúes.


El más importante gramático indio fue Panini (siglo V o IV antes de Cristo), aunque parece haber habido una extensa tradición gramatical anterior (Panini menciona en su gramática a 68 predecesores importantes, Mounin, 1989: 70). La gramática del sánscrito de Panini ha sido caracterizada como claramente superior a toda gramática conocida, debido a su exhaustividad (habida cuenta de que se restringía a la estructura interna de las palabras), su consistencia interna y su economía. Está constituida por 4.000 aforismos o sutra, “cuyo encadenamiento y formulación  configuran un conjunto de rigor algebraico” (Mounin, pág. 70).


La influencia de las rigurosas descripciones fonéticas de los gramáticos indios no se hace sentir inmediatamente en el trabajo fonético de los europeos: el comparatismo naciente del siglo XIX reflexiona casi siempre sobre las letras y no sobre los sonidos. Sólo entre 1850 y 1875 la fonética recibirá consideración de la lingüística y se incorporará decididamente en los estudios sobre el cambio lingüístico. Tampoco influye inmediatamente el conocimiento por parte de los europeos de la morfología transparente del sánscrito: por ejemplo, se retoma con entusiasmo la noción de raíz de la palabra (en tanto parte central que porta el significado madre) pero no se la emplea para realizar descripciones más rigurosas, sino que se concibe de una manera metafórica, determinada por el espíritu de época –las ciencias naturales, especialmente la botánica- : la raíz es el germen vivo, fecundo. Según W. Schlegel, “las lenguas flexivas son lenguas orgánicas porque encierran un principio vivo de desarrollo y crecimiento y porque son las únicas (...) que tienen una vegetación abundante”. En cambio, las no flexivas poseen palabras que si bien son raíces “son raíces estériles, que no producen plantas ni árboles”.



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