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Posar Desnuda en la Habana


“Es tan curioso este espíritu errante de los cubanos. Todos piensan que llegamos para quedarnos, pero al final salimos volando. Nos temen. Pobre Saúl. No sabe que estoy entrenada para olvidar. Mañana no, pero quizá el próximo jueves intente recordar su nombre y diga: Raúl”
                                                 
  Merci Moscú, Wendy Guerra. Bogotá39



Wendy Guerra no deja de escribir diarios. Los diarios suyos y de otras personas son insumos para su literatura. En su último libro editado por Alfaguara, Posar Desnuda en la Habana (2011),  espía en los diarios de la escritora Anaïs Nin y su fugaz paso por Cuba. El universo femenino, el erotismo, la intimidad son sinónimos de su obra. Literatura desnuda, visceral. 


 En tu Libro Posar Desnuda en la Habana escudriñas en la vida de Anaïs Nin, una escritora francesa que pasa por Cuba  ¿Qué tanto tienes de este  personaje, por qué escribir sobre ella?

Anaïs Nin (para las autoras cubanas) pertenece a una dinastía testimonial que, perversamente rompe la letanía canónica de lo convencional en apariencia. Ella destapa la olla del incesto con un compositor cubano, Joaquín Nin, casualmente su padre, autor de danzas, fundador del  Liceo cubano, mito y realidad de la renovación sonora habanera.

Es solo un ejemplo, pues, entres sus páginas se confiesa ante miles de meridianos que conducen a la deconstrucción de una vida cubana en apariencia formal, que en su voz, se desdibuja y adquiere tonos que viajan del melodrama decadente a la tesitura impoluta de una descripción asida a la cruda poética del entorno. Adoro que ensayara dibujar la mascarada social, el interior velado de los años 40 y 50cubanos; es por eso que me dispuse a llenar los espacios vacíos que dejara en los 20, y así, completar (con referencias reales y delirios propios) el puzle que tanto, reitero, nos intrigaba a quienes escribimos diarios íntimos desde la isla.

 En tus inicios, García Márquez leyó tu trabajo y te reveló una voz, un estilo que ya tenías en tus diarios. ¿Qué otros autores fueron determinantes para tu obra?

 Toda la literatura rusa que recibimos en la escolaridad. La francesa que tragaba a cucharadas en casa con mi madre, la inglesa de la biblioteca juvenil, la norteamericana que nos dejaban escudriñar, la japonesa que entraba en mi cuerpo como un sable y los clásicos que visitaban mi casa cuando aun eran poetas, narradores, guerrilleros  y cantautores “jóvenes e indocumentados”.
Citarlos y olvidar nombres sería una injusticia. Mi madre me enseñó a retener esos instantes como gotas de opio en mi cabeza, ahora suelto mi idealidad y en esa atmósfera escribo, descarto, elijo, lo que me entalla, regresando, visitando cada uno de esos paisajes ya explorados, en la vida anterior de una Cuba bohemia que se nos extravía.

 Tu escritura está llena de imágenes cinematográficas ¿Qué tan importante es para vos lo visual, la fotografía?
La primera vez que un hombre me desnudó para hacer el amor, cuando temblé ante ese gesto doloroso y adormecedor, hubo un gran silencio, entonces el hombre quiso proyectarme y dibujarme sobre un plan blanco. Mostrar mis pequeños senos y abultado trasero, mi talle demasiado largo como varilla de títere, mis ojos rasgados con ese estrabismo inconstante, mis rodillas redondas, mi rictus tenso de niña de apartamento, mi pelo desgranado como campo de arroz, mis dientes montados, mis pies de jabón, mis espaldas profundas… todo saltó a la vista. Malo o bueno pude verlo en perspectiva.
Este sexo narrado visualmente antes del suceso, este ver la sangre tras verme yo desde, en el trono del desvirgamiento fue la gran iniciación para entender una vida y obra a través de la imagen inicial.

 El amor y el erotismo están presentes en tu obra ¿Los amores han sido insumo fundamental para tus historias?

 Los amores son en presente continuo el único andamio que puede ayudarme a fabricar un ser verosímil y fuera de serie para cada historia. Hay días en los que extraño a todos, absolutamente a todos los hombres que he sido en mis novelas.

 “No colabores con la desmemoria. Déjate llevar por el recuerdo aunque sea vacuo” Todos se van. 2006. Los diarios, la escritura, ¿hay una obsesión por no olvidar?

 En mi familia tenemos el sino de la pérdida de la memoria. En mi país igualmente y al parecer, recorro el mundo, cambio de aviones y las personas parecen haberse olvidado de una noticia fresca o de un dolor antiguo. Es una pandemia. No puedo caer en esa enfermedad que ayuda a vivir pero no deja registro de lo pasado en este viaje.

¿Por qué decidirse por la literatura?

 Somos la idea y yo. Soy una niña y mujer, seguramente seré siempre un ser solitario. Es mi mejor oficio, para el que me prepararon abandonándome 8 horas en una biblioteca pública, toda la vida en un apartamento de provincia atestado de libros.

Has viajado por todo el mundo, has conocido nuevas culturas ¿Por qué siempre volver a Cuba, que te ata a esa tierra?

 Me gusta mi país, su luz, la cuna que encuentro en los que me abrazan. En mi país no soy reconocida públicamente, pero me respetan y me quieren. En medio de las pérdidas sufridas mi país es la familia. Y… ya sabes, uno no elije la familia, es complicado lidiar con ella. Eso pasa con Cuba.

Muchos te conocimos con la compilación de Bogotá 39 en el 2007  ¿Qué libro o premio fue el que te dio a conocer en Iberoamérica?

 Todos se van. Premio Bruguera. 2006.

¿Guardas los diarios de la infancia, de la juventud? ¿Todavía llevas un diario?

Sí, aún llevo un diario, los de la infancia están en el aire, los quemé cuando escribí Todos se van. Demasiado dolor para volver a ellos. El resto se encuentra en un lugar seguro, lejos de aquí.

 ¿Para qué sirven los blogs?

 No tengo mucha idea, llevo HABANAME en ELMUNDO.ES. Creo que es una columna de autor con un tono semejante a leer los labios de quien se afinca en la máquina para actuar desde espacios personales a los colectivos. Hoy se laman Blogs, mañana se llamarán blues.


Fuente: Laura Quiceno Soto, Bogotá sin edición

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