Lo dijo Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, disertando con respecto a la génesis y conformación del habla de los porteños.
En la sala Victoria Ocampo, de la Feria del Libro de Buenos Aires, Barcia resaltó que “decir que hablamos un idioma nacional es un mamarracho”, debido a que la lengua fue heredada desde la época colonial.
“Muchos llaman ‘castellano’ al idioma, lo que es válido porque proviene de Castilla. Pero la realidad es que después de la independencia no querían nombrar a España, por cuestiones políticas. Así que el castellano se impuso al español”, comentó. Y agregó: “(Juan Bautista) Alberdi escribió que había dos castellanos en pugna, el porteño y el madrilense, porque rápidamente entendió que las ciudades definen la forma de hablar de un país”.
Además, sostuvo que “el país realizó la mayor experiencia digestiva lingüística del mundo”, debido a que “en 1810, el 50% de la población era extranjero y se decía ya entonces que iban a barrer con todo. Luego los movimientos migratorios aportaron lo suyo”.
“Para Rubén Darío, Buenos Aires era una ‘Babel lingüística’, por la cantidad de dialectos que convivían hacían todo confuso, nadie sabía qué iba a salir de ahí. Los morfamos, los digerimos y los argentinizamos. La escuela y la colimba fueron fundamentales para dar una unidad lingüística parcial”.
Luego, destacó en las diferentes regiones del país tienen su propia forma de hablar: “No es lo mismo la rr tucumana, que la de San Luis o Entre Ríos. En Argentina no hay unidad”.
Finalmente, explicó que existen concepciones erróneas con respecto a la conformación del habla de la ciudad.
“Muchos dicen que la lengua argentina es la rural, la del campo, la herencia del Martin Fierro. Esto es falso, desde Buenos Aires, la televisión da cierta uniformidad que hizo desaparecer el gauchesco”.
“Otro error es creer que la lengua de los argentinos es el habla porteño, el lunfardo, que no es un idioma, ni mucho menos, sino una más de las tantas hablas regionales, ya que tiene entre 400-700 palabras y su único rango de construcción es el sánguche: Me voy contento, me voy, finalizó.
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