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De Borges... A un Gato


No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.


El oro de los tigres, 1972







Beppo



El gato blanco y célibe se mira 
en la lúcida luna del espejo 
y no puede saber que esa blancura 
y esos ojos de oro que no ha visto 
nunca en la casa son su propia imagen. 
¿Quién le dirá que el otro que lo observa 
es apenas un sueño del espejo? 
Me digo que esos gatos armoniosos 
el de cristal y el de caliente sangre, 
son simulacros que concede el tiempo 
un arquetipo eterno. Así lo afirma, 
sombra también, Plotino en las Ennéadas. 
¿De qué Adán anterior al paraíso, 
de qué divinidad indescifrable 
somos los hombres un espejo roto? 

La cifra, 1981

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